sábado, 24 de enero de 2009

Obama y el futuro de Estados Unidos

Nunca, en sus casi 233 años de vida republicana, los Estados Unidos tienen que resolver múltiples y graves problemas, como los que hoy enfrentan. Ni la guerra de secesión de l862, ni las dos guerras mundiales del pasado siglo, ni la gran depresión de 1929, ni la llamada guerra fría o la crisis del petróleo de 1973, han puesto a esta gran potencia, al borde del colapso final. Sin embargo gracias a la pujanza y el indoblegable afán de innovación, todos los anteriores retos fueron resueltos por este pueblo y salieron mas fortalecidos, como nación y como potencia mundial. Pero, los problemas actuales, son cualitativa y cuantitativamente más complejos que y tienen que ver con el cambio climático, provocado mayormente por el consumismo norteamericano, la profunda crisis financiera, producto de la avaricia, la corrupción y el desenfreno de los altos ejecutivos de todo el sistema bancario, financiero y de seguros norteamericano, el desmedido consumo de petróleo, las guerras de Irak, Afganistán, el problema palestino y las precarias relaciones diplomáticas con muchos países, especialmente con los latinoamericanos, son de tal magnitud, que su falta de atención, pueden provocar, el ocaso de los Estados Unidos, como gran potencia. Esto significaría, un reacomodo del escenario mundial, en lo político, económico y militar, donde fuerzas emergentes de otras grandes naciones tales como Rusia, China, India y Brasil, reclaman su lugar de liderazgo, entre todas las naciones del globo.
Estos hechos, tienen que encontrar soluciones innovadoras, urgentes, claras y duraderas de parte de la actual administración norteamericana y es el actual presidente, Barack Obama, quien tiene la responsabilidad histórica de hallar las salidas efectivas para estos problemas, que afectan a todo el mundo. A los grandes líderes se les conoce cuando cambian la historia cuando les toca resolver este tipo de acontecimientos y además deben poseer la suficiente entereza moral y visión de futuro, para resolverlos. Un ejemplo de liderazgo visionario es el que ejerció el presidente francés Charles De Gaulle, quien tomo las riendas del poder de su país, a fines de la década de los 50 del siglo pasado y con coraje y sentido histórico, emprendió una serie de reformas, que en esos tiempos no fueron entendidos ni siquiera por sus allegados. De Gaulle, reconoció a la China Comunista, cuando este país, era vetado por los Estados Unidos y todos los países occidentales. También independizo Argelia, cuando en este territorio norafricano, vivían más de 1 millón de franceses y sus descendientes, desligo a Francia de la OTAN y creó una fuerza atómica disuasiva para salir un poco de la hegemonía norteamericana. El tiempo le dio la razón a este gran líder, pues ahora, todos los países tienen por ejemplo relaciones diplomáticas, comerciales con China, empezando por los Estados Unidos.
Este tipo de visión, esperamos tenga el presidente Barack Obama, pues los tiempos actuales, requieren del timón de un visionario, para hacer las profundas transformaciones, que se requieren en el orden político, económico, ecológico, social y diplomático.
Aunque es difícil predecir el futuro, pues esta fuera de nuestro alcance, los grandes retos que enfrentan los Estados Unidos, requieren de un presidente que este a la altura de estos retos. Felizmente, esta nación, ha tenido grandes hombres que han marcado el destino del pueblo norteamericano, como por ejemplo gran estadista Abraham Lincoln, quien tuvo el coraje, de dar libertad a los esclavos negros y que practico la democracia, predicando con el ejemplo. Además el pueblo norteamericano, se distingue por su gran capacidad de trabajo, empeño y tesón, para resolver sus problemas, tal como lo han demostrado a lo largo de su historia. Lo que ha fallado en los tiempos recientes, es la carencia de un verdadero liderazgo político, cuyo peor ejemplo es el ex presidente George W. Bush.
Si el presidente Obama, hace estas reformas, todo el mundo será beneficiado y entraremos a una nueva época de paz, justicia, tolerancia, equilibrio y equidad, entre los pueblos y naciones del mundo.
Por Manuel J. Villanueva

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