martes, 6 de enero de 2009

Alto a la masacre

Es condenable desde todo punto de vista, la agresión que hace el ejercito israelí, sobre el millón y medio de habitantes palestinos que moran en precarias condiciones en la franja de Gaza. Este territorio es de apenas 600 kilómetros cuadrados, rodeados por Israel , el mar Mediterráneo y Egipto. La agresión armada, que se inicio el pasado 27 de Diciembre con bombardeos y artillería pesada, para luego continuar con la invasión de unos 10 mil soldados, acompañados por vehículos blindados y armas sofisticadas, han cobrado la vida de más de 500 palestinos, entre los que se encuentran muchos niños, mujeres y civiles. Esta agresión, hace recordar por sus métodos a la efectuada en los campos de refugiados de Shabra y Chatila, donde murieron más de 2000 palestinos, hace mas de 25, años. Los enfrentamientos, entre los invasores israelíes y los palestinos sigue la lógica de casi todos los hechos bélicos, acaecidos en esa zona, desde la fundación de Israel en 1947: Es una confrontación totalmente asimétrica. Por el lado de los judíos, sus fuerzas exhiben un alto grado de entrenamiento militar, como corresponde a un ejército moderno, el cual además esta dotado del equipamiento más sofisticado y abarcan a los sectores aéreo, terrestre y marítimo. Por el lado de los palestinos, solo existen pequeños grupos irregulares, armados precariamente y en muchos casos con armas caseras. Es por esta razón, que las víctimas del lado palestino sean tan altas, e involucren en su gran mayoría a civiles, porque los blancos escogidos por el ejercito agresor, en su gran mayoría no son militares. Se bombardea mezquitas, casas, colegios y hasta hospitales, sin respetar a los civiles que pudieran estar en estas instalaciones. Esto configura una instancia bélica de terror. Pero lo que más llama la atención es el silencio casi unánime de nuestros intelectuales y de la misma prensa en todas sus formas. Solo se limitan a dar noticias, cuyas fuentes no son del todo objetivas. Esta masacre, debe parar y dar paso a verdaderas negociaciones de paz, para que esa atribulada zona y sus habitantes, hallen una mejor forma de vida y construyan su futuro con esperanzas, asegurando la educación, la salud y el trabajo para su población, especialmente los niños y los jóvenes. Además una profundización del conflicto puede configurar una extensión del mismo a otras áreas de esa explosiva zona, con las funestas consecuencias, que nos pueden alcanzar. Nuevamente vemos con estupor, que ningún esfuerzo diplomático es efectivo para parar esta agresión. Tanto las Naciones Unidas, la Unión Europea y los Estados Unidos, no tienen la fuerza ni el coraje político para hacer entender a Israel, que la violencia no es el medio para resolver los problemas de esta zona ni de ninguna otra zona del planeta. Están de por medio vidas inocentes, sobre todo niños, que no tienen porque ser mártires de la violencia genocida, que nos hace recordar al tristemente holocausto, en la segunda guerra mundial, cuyas víctimas mayoritarias fueron los judíos a manos de los genocidas nazis, lo cual es igualmente condenable.
Por Manuel J. Villanueva

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