lunes, 15 de diciembre de 2008

La fundación de Celendin

Un 19 de Diciembre de 1802, por iniciativa del obispo de Trujillo, Baltazar Martinez de Compañon y Bujanda, se funda la que ahora es la ciudad de Celendín, bajo el nombre de Villa Amalia de Celendín, ocupado por un grupo de familias españolas, portuguesas y judíos conversos, en una hermosa planicie, que fue anteriormente el lecho de una laguna, como la ciudad de Mexico pero sin Tenochtitlan. La peculiaridad de la fundación de Celendín, es que no se erige sobre ninguna ciudad inca o pre inca, tal como sucedió en la vecina Cajamarca, tumba del imperio de los Incas, a pesar que en las proximidades existían nativos pertenecientes a las etnias de los arawacs, oxamarcas, caxamarcas y chachapuyas. Además la toponimia y vocablos que hasta la fecha se usan en la provincia de Celendín, tienen indudable reminiscencias prehispánicas. Este hecho demuestra, la riqueza cultural, que proviene del mestizaje y del intercambio racial, que se dio, hasta formar la identidad celendina, por demás suigeneris, entre los pueblos del Perú. El celendino, es una persona, muy emprendedora, trabajadora, honesta y viajera impenitente. Quizás fueron estos trotamundos celendinos, los que iniciaron el movimiento migratorio moderno en nuestro país. A este afán de salir y trabajar en sitios foráneos, se debe el apelativo que le dan a los celendinos de “judíos peruanos”. Casi no hay ciudad o región donde no exista una pujante colonia de celendinos, dedicados al comercio y otros servicios, donde siempre han logrado éxitos económicos y profesionales. Ahora en este mundo signado por las migraciones, también los celendinos están presentes en casi todo el mundo, aportando con su trabajo y tesón al desarrollo de los países y regiones donde les ha tocado morar, llevados por las circunstancias y la aventura.
En este siglo XXI, la ciudad de Celendín, tiene que enfrentar muchos problemas de crecimiento y modernidad, que a veces no tiene el enfoque adecuado y por eso es necesario, llamar la atención, para que no desaparezca, la tradicional arquitectura urbanística de esta bella ciudad, que puede sucumbir ante el agresivo crecimiento inorgánico. Lo que se debe preservar es la coherencia urbanística, de la ciudad, conservando la arquitectura tradicional, que puede ser modernizada, con ayuda de los materiales de construcción modernos, tales como el cemento, el fierro y los ladrillos. Lo que realmente se quiere para Celendín, es que conserve su belleza original y así tener una bella ciudad andina, con uno de los mejores cielos del país y con un clima saludable, que es necesario conservar. Celendín puede ser un destino turístico de primer orden, pero para eso se necesita que protejamos su identidad. Los pueblos con identidad, son los más apreciados por los turistas tanto extranjeros como nacionales.
Una de las mayores riquezas del pueblo de Celendín, son sus tradiciones y cultura, dentro de la que se destacan lindas canciones, como el mundialmente famoso carnaval de Celendin o Silulo. Esperamos que los compositores, especialmente celendinos, dediquen su inspiración y tiempo para componer otras melodías dentro de los patrones y género musical de este carnaval, así como se estila en otro tipo de melodías, tales como los boleros, valses, huaynos o pasodobles.
También es necesario que los estudiosos e historiadores, hagan acopio de toda la información necesaria, para profundizar los estudios históricos de Celendín, pues conocer la historia de un pueblo es una de las mejores formas de honrarlo y respetarlo.
Por Manuel J. Villanueva

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