lunes, 9 de abril de 2012

Mururoa y el medio ambiente

Corría el año 1966 y los franceses, deseosos de contar con armas nucleares, hicieron detonar bombas atómicas en el atolón de Mururoa, ubicadas en el Océano Pacifico, al frente de nuestras costas. Francia estaba gobernada por Charles De Gaulle, quien se empeño, en que su país tuviera presencia atómica como muestra de su poderío. Por aquel entonces, nuestro amigo, el prestigioso escritor ascopano y trotamundos Teodoro Rivero-Ayllon, se encontraba, saciando su curiosidad en las Islas de Pascua, admirando a los Moais, que son estatuas de piedra, formando hileras y oteando el horizonte marino, como si quisieran advertir a los humanos, que no abusen de la naturaleza, prodiga en recursos, cuando se la sabe tratar. Teodoro, fue testigo, quizás, fue el único testigo peruano que esos tiempos, experimento los resabios de estas pruebas atómicas, pues las Islas de Pascua, son las ultimas porciones de tierra polinésicas, cercanas a Mururoa y que políticamente pertenecen a Chile. De regreso a la patria chica, Trujillo, Rivero-Ayllon, tuvo la valentía y la previsión, de denunciar estas pruebas, porque atentaban contra la vida humana y también afectaba severamente la flora y la fauna de esa inmensa zona marítima, perteneciente al Océano Pacifico. Es que las corrientes que pueblan todos los océanos, nos acercan en forma inexorable a pesar de la distancia y de la política. Teodoro, hizo la denuncia del caso en un diario de esta localidad. Culpo a Francia por sus pruebas que contaminaban a buena parte de la Tierra. Fue una voz solitaria, ya que por esas épocas, no había mucha conciencia ecológica y se creía que la Naturaleza, podía soportar todo tipo de abusos y agresiones del hombre en su impronta avasalladora de dominación. La respuesta a esta denuncia no se hizo esperar y la embajada francesa en el Perú, tildo a Rivero-Ayllon de “ignorante”. Sin embargo, vemos a la luz del conocimiento actual, que los ignorantes eran los que maltrataban el medio ambiente en forma impune. Por estas explosiones atómicas, cuantas especies pertenecientes a la flora y fauna del Pacifico, habrán desaparecido. Hasta la fecha nadie lo sabe, pero suponemos que muchas de estas especies extintas, podrían haber aportado, después de ser convenientemente estudiadas y conservadas, muchos beneficios tanto económicos y también en las aéreas de la medicina, gastronomía y al conocimiento en general. La riqueza por ejemplo de las diferentes variedades de algas, tiene un gran potencial, tanto como la riqueza ictiológica. Estas especies cuyo hábitat, son los atolones, hubieran podido servir para apuntalar el desarrollo económico y la industria no contaminante de muchos países incluido el nuestro. Por eso en este siglo, donde se ha confirmado científicamente que el planeta tierra, está inmerso en un crucial cambio climático, producido por la especie humana, es necesario, que se tomen las decisiones políticas, que estén a la altura de este gran fenómeno, que nos afecta a todos los seres vivos. Ya no hay margen para dilatar las decisiones políticas que atenúen las consecuencias de este evento. Si seguimos como hasta ahora, por ejemplo, el nivel de todos los océanos subirá 10 metros en promedio. Es decir que gran parte de las costas del mundo desaparecerán lo mismo que muchas islas. Los hombres de ciencia especialistas en temas de la Tierra, demandan a los gobiernos mundiales a tomar medidas para paliar las consecuencias de este gran evento climático. Esperamos que nuestras autoridades tomen al “toro climático por las astas”, para dar tranquilidad a toda nuestra población. Es como si un vecino inamistoso invada nuestras fronteras y las autoridades no tomen las acciones defensivas que este caso demanda.
Por Manuel J. Villanueva
Doctor en Administración

No hay comentarios: