sábado, 21 de agosto de 2010

Las visitas de García

En los últimos 45 días, Alan García, ha visitado la ciudad de Trujillo, mas veces que en sus 4 años de gobierno. Esta frecuencia de visitas, sería una saludable rectificación presidencial, sino estaría ad portas el próximo proceso electoral donde elegiremos a las autoridades municipales y regionales. Sin ser zahorí, podemos deducir que estas reiteradas visitas del presidente, a nuestra región, tienen un marcado interés político partidario. Es decir que García, trata de influir electoralmente, con su presencia e inauguración de obras, sobre la ciudadanía de nuestra región, para favorecen a los candidatos de su agrupación. O sea, que ante una probable derrota de los candidatos apristas al municipio trujillano y a la región de La Libertad, lo cual serie otro serio revés para su partido, la estrategia de García es apuntalar a estos postulantes, con su presencia. Estas visitas, que desde este contexto son inoportunas, por su carga de interés político partidario, podrían haberse evitado y con el ahorro de dinero que se ha gastado en estos periplos, muy bien se habrían resuelto el problema de la mendicidad de muchas personas que han tomado las calles del centro de Trujillo, ante nuestra indiferente mirada. Esta postura política, es criticable, pues el alto cargo de presidente, tiene que ser llevado con dignidad, ética e imparcialidad, porque nos representa a todos los peruanos, incluidos los trujillanos. Esta actitud parcializada de Alan García, no es una novedad, en su accionar político, si nos atenemos a lo acontecido en el año 1990 antes de la segunda vuelta electoral, donde se enfrentaban Mario Vargas Llosa y Alberto Kenya Fujimori. En esa fecha y desde palacio de gobierno, nuestro mencionado presidente, apoyo abiertamente a través de todos los medios de comunicación a Fujimori. Creemos que para crear una conciencia democrática entre todos los ciudadanos liberteños, nuestros gobernantes, deben obrar con imparcialidad y predicando con el ejemplo, sobretodo enseñando lo que significa la democracia en la vida de una sociedad. Es decir, que en todo evento electoral debe primar la imparcialidad y el debate de propuestas en forma abierta, para que los electores, sepan decidir su voto con criterio y libertad, de acuerdo a los programas propuestos por los diferentes grupos políticos y también por el equipo que, de asumir los altos cargos municipales y regionales, tengan la capacidad para desarrollar sus programas con eficiencia, eficacia y sobre todo con honestidad y honradez. Estamos inmersos en una seria crisis ética, donde los valores morales, están cada día perdiendo vigencia entre nosotros. Estas justas electorales deben servir para retomar los valores morales, dentro del accionar político a fin de que nuestra ciudad y región, se desarrollen de manera armónica y efectiva. No es conveniente, pues apostar por medidas efectistas, con la única finalidad de ganar las elecciones, pues esta tendencia que es frecuente en muchos grupos políticos, traen como consecuencia el atraso y el deterioro social que perjudica a todos, incluyendo a los agentes económicos y sociales. En una contienda electoral, el escrutinio de la voluntad popular debe respetarse. Con este fin no debe permitirse ningún tipo de injerencia que manche el proceso en el cual ya estamos inmersos. Por eso sería muy saludable, que las próximas elecciones sigan un verdadero proceso democrático. De esta manera los electores, en forma libre y sin presiones, podrán optar por la lista de su preferencia, tanto para alcaldes como para las autoridades regionales de Trujillo y La Libertad. Además todos los medios de comunicación, empezando por el canal del estado, que es de todos los peruanos, deben estar a la altura del reto democrático, es decir, informar con objetividad, equidad, mostrando las propuestas de todos los grupos que participan en estas justas electorales.
Por Manuel J. Villanueva

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