miércoles, 31 de mayo de 2017

En tiempos de la mediocridad

Estamos viviendo una época donde la mediocridad campea por todos lados, empezando por los actores políticos, la gran mayoría de altos funcionarios públicos y también gerentes de la empresa privada. Actualmente la mediocridad aumenta sobre todo en las elecciones para nombrar a los altos funcionarios públicos como el contralor general de la república, el superintendente de la Sunat, el defensor del pueblo y miembros del fuero judicial. Si estas personas han sido elegidas por votación del congreso donde predomina la mayoría fujimorista, entonces es fácil deducir, que el favoritismo, la obsecuencia de los potenciales funcionarios, ante la mayoría que los eligió, son más importantes que sus calificaciones éticas y profesionales de los postulantes. El resultado, arroja que la mayoría de funcionarios de alto nivel, no tienen las calificaciones académicas, profesionales ni éticas para los cargos que ejercen actualmente. Igual sucede con la mayoría de políticos, congresistas, que tienen un nivel de preparación muy por debajo de lo mínimo requerido, para ser considerados dentro de la medianía intelectual. Si a este déficit intelectual le añadimos su cuestionable conducta ética la situación es muy grave porque atañe a personas que tienen en sus manos a las instituciones del estado o que hacen política, para el desarrollo de país y la mejor calidad de vida de todos los peruanos. En este primer lote se encuentra el actual contralor general de la república, Edgar Alarcón, que no ata ni desata en su importante cargo, pero al parecer usa su posición para lucrar en su beneficio. Los informes que presenta, este contralor, son insustanciales y adolecen de muchos errores y no presenta pruebas que confirmen sus denuncias. Además, el contralor hace juicios anticipándose a los hechos, cuando la función de la contraloría es efectuar el análisis y control posterior a los hechos ocurridos en cualquier institución del estado. Si bien este contralor fue postulado a ese puesto en el gobierno de Ollanta Humala, todos saben que Alarcón es afín a la tienda fujimorista. Esta es la principal razón por la cual fue elegido contralor de la república, con los votos de la mayoría fujimorista en el actual congreso. Su elección como la del defensor del pueblo y el jefe de la Sunat, entre otras, se han hecho por voluntad y capricho de la mayoría congresal, fujimorista, sin tener en cuenta una evaluación previa de las hojas de vida de los postulantes a esos puestos y siempre buscando el consenso de todas las fuerzas políticas representadas en este congreso. Por eso los congresistas de fuerza popular, defienden a capa y espada a este contralor, a pesar que la fiscalía, ha iniciado una investigación de oficio, porque existen dos graves denuncias contra Alarcón, relacionadas con su poca prudencia para decidir sobre compras y otras actividades. Uno de los casos más sorprendentes es que Alarcón ha comprado dos vehículos para su uso, al mismo proveedor que hace este tipo de negocios con la Contraloría. Acá existe un evidente conflicto de intereses y con esta acción daña aún más su prestigio como alto funcionario de esta importante entidad del estado. Es decir, las evidencias son saltantes y lo único decente que debería hacer Alarcón es dar un paso al costado hasta que todas las sospechas en su contra se clarifiquen. Sin embargo esta persona se aferra al puesto, porque sabe que tiene a los fujimoristas a su favor y con este apoyo, piensa que puede salir libre de polvo y paja. Esta forma de respaldo político, de parte de fuerza popular, es criticable, porque solo basan su defensa en un capricho por mantener a un funcionario público cercano, para así poder presionar al ejecutivo. Además la permanencia de Alarcón como contralor, desprestigia mas a una institución que es fundamental para el control de las inversiones y el gasto público. Con que pergaminos se puede presentar Alarcón, para juzgar a funcionarios de otras dependencias estatales sino tiene el prestigio de ser una persona intachable y honesta. Pero, como el poder político enceguece y marea, los delitos y actos deshonestos seguirán prosperando, en el aparato estatal, porque el nombramiento de estos altos dirigentes de muchas organizaciones del estado, se ha hecho solo teniendo en cuenta el cálculo político de la mayoría congresal, con la finalidad de tener mucha injerencia en el aparato estatal. Esta forma de hacer política, daña la buena marcha del país, porque las instituciones ya no obedecen a sus misiones para las cuales han sido creadas sino se convierten en apéndices obsecuentes del poder congresal. Esto también demuestra, la estrategia de Keiko Fujimori, que después de su derrota electoral, anuncio que iba a gobernar desde el congreso, donde tiene amplia mayoría. Pero, con esta predica y accion demuestra su labor obstruccionista, que empeora la situación política del país. Para evitar tener altos funcionarios mediocres, no solo en la contraloría sino en todas las instituciones del estado, se debe realizar una evaluación previa de sus calificaciones académicas, profesionales, experiencia laboral y que su paso por otras instituciones haya sido transparente. Quizás el espejo en que se miran los potenciales postulantes apoyados por el fujimorismo, sean los miembros del congreso nacional, donde campea la mediocridad, la deshonestidad y la falta de coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Esta situación debe cambiar por el bien del país y de todos los ciudadanos. Por Manuel J. Villanueva Consultor internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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