martes, 13 de diciembre de 2016

Cuando Celendín dejo de ser hacienda

Antes de la llegada de los conquistadores españoles a las tierras donde se ubica Celendín, ya había una serie de etnias nativas que moraban y trabajan la tierra, en forma dispersa toda esta región. Prueba de ello son los restos arqueológicos que existen en Oxamarca y otros puntos geográficos de esta zona, además de la cerámica que se ha logrado rescatar, hasta la fecha. Nadie conoce a ciencia cierta los nombres originales de estos asentamientos humanos de nuestros primeros antepasados. Sería interesante que se profundice el estudio de las raíces celendinas, a través de la toponimia del lugar. Vocablos como llanguat, chupzet, utco, chumuch, chimuch, canden, huauco, jelig, pusac, puspo y otros terminos que todavía perduran en el habla celendina, deberían ser evaluados y estudiados. Aun para conocer, sobre la creación española de Celendín, existen pocos archivos o documentos en que fundarse para efectuar los estudios historiográficos respectivos. Pero sin lugar a dudas, en estas tierras pertenecientes al entonces partido de Caxamarca de la intendencia de Trujillo, habitaban desde el siglo XVII, colonos portugueses, judíos conversos, españoles y nativos de las etnias caxamarca, oxamarca, chachapulla y arawak principalmente. Todos estos habitantes moraban en pequeños asentamientos humanos dentro de las múltiples haciendas que existian en este hábitat. Las labores principales que hacían estos primigenios celendinos, era el cultivo de la tierra y la crianza de animales domésticos. Pero al parecer la fundación de Celendín se inicia un 12 de julio de 1782, cuando el obispo de Trujillo y naturalista Baltazar Martínez de Compañón y Bujanda, en su recorrido pastoral, visita la hacienda principal del lugar y la iglesia de la Virgen de la Purísima concepción, en este paraje serrano. El obispo se dio cuenta que los pobladores vivían separados formando diferentes núcleos humanos, esparcidos en todo el ámbito de las tierras celendinas. Esta realidad, motivo a Baltazar Martínez a exhortar a los ciudadanos a formar un solo pueblo, en una hermosa planicie del lugar. Los insto a comprar estas tierras para fundar un pueblo que los cobijara a todos estos habitantes. La sugerencia del obispo Martínez fue bien recibida por la mayoría de pobladores, quienes liderados por Domingo López de Castañeda y Luis de Silva, solicitaron al monseñor Baltazar Martínez de Compañón, interceda ante las autoridades españolas para fundar un pueblo en dicha pampa. Luego de muchos trámites, al fin el obispo de Trujillo, acuerda enviar el legajo respectivo al Virrey Teodoro de Croix, en la que se expone contundentes razones para la fundación de esta ciudad cajamarquina. Para completar las gestiones de fundación, los vecinos portugueses, judíos conversos y españoles, deciden comprar la hacienda La Pura y Limpia Concepción de Zelendin, para en este lugar erigir la ciudad anhelada. Luego los pobladores capitaneados por Raymundo Pereyra y Miguel de Espinach, solicitaron los servicios del ingeniero español José de Comesana, para hacer el trazado de la ciudad, la cual tomo la forma de un verdadero damero de ajedrez, porque el lugar donde se erigió Celendín, fue una pampa muy plana, lo que facilito el trazado lineal y perpendicular del futuro pueblo. Se dice que esta planicie fue el lecho de una laguna llamada Hanachancocha. También, este lugar es adornado por un límpido cielo celeste que es muy difícil encontrar en otras latitudes y muy soleado en los días. Durante las noches los habitantes de este hermoso paraje, pueden admirar un cielo tachonado de innumerables estrellas y planetas como Venus, que es realmente sobrecogedor, hasta ahora. Además las calles y veredas fueron bien diseñadas, donde la amplitud y la holgura, permitió hacer una ciudad muy bien concebida. Después de terminada la planificación urbana, se inició las ceremonias religiosas y cívicas. En primer lugar se escuchó misa, luego se procedió a bendecir el lugar, llamándola Villa Amalia de Zelendin, en honor a la reina de España de entonces María Amalia de Sajonia. Luego de estas ceremonias se inició la conformación urbana de este bello pueblo. Se tuvo especial cuidado de erigir una plaza de Armas donde estuviera localizado la Iglesia Matriz y otras construcciones públicas que tendrían como misión gobernar y controlar el desarrollo de esta flamante ciudad. La urbanización de muchas haciendas cercanas a la entonces Villa Amalia de Zelendin, se hizo en forma progresiva hasta alcanzar las dimensiones de un pueblo bien constituido. Con el paso de aquellos años y debido a las gestiones de los vecinos de Zelendin, el rey Carlos IV de España, promulgo la real cedula, el 19 de Diciembre de 1802, que oficializaba la creación de lo que hoy se conoce como Celendín. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: majevic.blogspot.com

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