Concierto de ruidos

Caminar por las calles de Trujillo, es un verdadero martirio para nuestros oídos. Casi todos los choferes de autos, tanto públicos como privados, hacen mal uso de sus bocinas, lo que significa que los conductores no tienen ningún respeto por los demás, sobretodo los peatones. Por cualquier pretexto, las personas que manejan, tocan el claxon de sus vehículos, como si con esta acción, podrían despejar las calles por donde transitan. Pero esto no sucede porque todos tienen el mismo objetivo y las vías por donde ruedan, no permiten en muchos casos el transito fluido. Trujillo parece una gran discoteca por el ruido de gran intensidad que soportamos todos los días. El ruido exagerado que transmiten los vehículos afecta principalmente nuestro sistema auditivo. A pesar que hay disposiciones para evitar el mal uso de las bocinas de los autos, nadie la toma en cuenta. Según normas internacionales, el nivel de ruido permitido en las ciudades es de 68 decibeles. El decibel es la unidad de intensidad sonora. Pero en Trujillo, este límite es rebasado con largueza por el ruido infernal en que estamos inmersos en toda la ciudad. Cuando hablamos en una reunión el nivel de intensidad sonora es de 40 decibeles. Podríamos hablar que la intensidad de ruido soportamos es de más de 85 decibeles todos los días. Este ruido también afecta a todos los conductores que no tienen presente ni les importa que sus tímpanos y su cerebro estén expuestos a esta gran intensidad sonora. La exposición al ruido de manera permanente provoca sordera Por eso la obligación de no usar las bocinas de todo tipo de vehículo, debe ser monitoreada por las entidades encargadas de la gestión y el orden en nuestra ciudad. Las disposiciones que prohíben el uso de bocinas de carros, deben ser cumplidas con estrictez, por todo el mundo. Para eso es indispensable que nuestras autoridades, hagan énfasis en lo importante que es no hacer ruido. El ruido se ha convertido en un problema de salud para todos nosotros. El ruido no solo afecta nuestros oídos sino también produce una serie de otros males. También se debe exigir a los motociclistas a poner silenciadores en los vehiculas que conducen. El traqueteo de sus pequeños motores, es muy alto y afecta, al igual de las bocinas, a todas las personas que caminan por las calles de la ciudad o que estén en sus casas. Este ruido es más peligroso cuando se escucha en la noche porque interrumpe el sueño de los que están descansando. Otra fuente de ruido es el gran volumen de los equipos de sonido de muchos automóviles. Sin importarles la tranquilidad de los demás, estas personas hacen alarde de la potencia de sus equipos de sonido, con toda impunidad. Nadie se atreve a exhortarlos a no hacer ruido, para evitar un mal rato. Los conductores que hacen abuso de las bocinas de sus vehículos, son incapaces de aceptar su falta y muchos usan la violencia verbal para responder. A veces siguen tocando las bocinas en forma exagerada, como su mejor respuesta. Porque nuestra naturaleza es no aceptar que estamos cometiendo una grave falta de respeto. En este sentido reiteramos la necesidad que haya una permanente vigilancia de parte de la Policía Nacional, que tiene muchos efectivos de transito en las calles de Trujillo. El ruido imperante de los vehículos es una demostración que ninguna autoridad se preocupa por la tranquilidad de los habitantes de esta urbe. La dotación de la policía de tránsito, podría hacer una labor de difusión y control efectiva contra estos ruidos molestos. Es hora de hacer cumplir las disposiciones vigentes sobre el uso de bocinas en los vehículos, porque es una necesidad de salud pública y una demanda de casi todos los que vivimos en Trujillo. Es decir esta ola de ruidos molestos se debe acabar de una vez por todas, para que nuestra ciudad y sus habitantes mejoren en su calidad de vida. Si inculcamos a todos nuestros habitantes, el respeto a los demás y a las normas vigentes estaríamos dando un gran paso hacia una mejor convivencia. Por Manuel J. Villanueva Consultor Blog: www. majevic.blogspot.com