jueves, 13 de junio de 2013

El síndrome turco

Turquía es un país euroasiático con más de 75 millones de habitantes, de religión musulmana, que es practicada en forma mayoritaria por la población turca. Su ubicación es considerada estratégica para Estados Unidos y los otros miembros de la OTAN, en una región muy inestable donde se funden los fundamentalismos, la gran riqueza de hidrocarburos y la violencia crónica entre judíos y palestinos. Fue Kemal Ataturk o Kemal Pasa, que transformo radicalmente, Turquia, en la década de los 20 del siglo pasado. Este país paso de ser un califato y se convirtió en una democracia moderna, laica. Ademas cambio la escritura árabe por el alfabeto latino, con la finalidad de procurar una herramienta mas eficaz, para la alfabetización de la mayoría del pueblo turco, que no sabia leer ni escribir. Pero actualmente, Turquia vive con una masiva ola de violencia cuyo detonante ha sido la oposición del pueblo a contruir un centro comercial y una mezquita en la plaza de Taksim, ubicada Estambul, que es la ciudad mas occidental de este país. Esta marejada popular ha puesto en jaque al gobierno de Recep Tayyip Erdogan, que ha reaccionado de manera muy violenta contra su pueblo. Este gobernante, con ínfulas dictatoriales, cree que la represión puede apaciguar el descontento de las masas turcas, pero en el fondo las manifestaciones que ya duran mas de diez días, obedecen al descontento de la gran parte de la población. Esta agitación social ha conmocionado a los países europeos y a Estados Unidos, pues Turquia juega un papel muy importante dentro de la estrategia occidental para dominar el medio oriente. La guerra civil de Siria, donde los rebeldes están cediendo posiciones en favor de las fuerzas leales a Bashar al Assad, hacen temer a Estados Unidos, que esta victoria tenga repercusiones en todos los países circundantes. Es decir una victoria del gobierno sirio, sería una catástrofe geopolítica para occidente. Por eso la violencia desatada en Turquía, es un escenario no deseado para los países europeos, porque puede ser el inicio del fin del gobierno de Erdogan. Sin embargo las protestas tienen un carácter reivindicativo que van mas alla de la construcción de obras en la plaza Taskim. Los turcos, en su gran mayoría viven en la pobreza, el desempleo golpea a gran parte de su población, especialmente a los jóvenes, que tienen que inmigrar para conseguir un mejor futuro. A pesar del programa populista del actual gobierno, los resultados a favor del pueblo han sido muy reducidos, porque solo ha servido para enriquecer más a los poderosos y mantener la pobreza en el mismo nivel. Erdogan, con mucha osadía, ha tratado de introducir en su mensaje el aspecto religioso, para adormecer y frenar el descontento de la mayoría de su población. Sin embargo esto al parecer no le ha dado los resultados esperados. Esta política ha recortado muchos derechos que atentan contra la libertad de pensamiento, el laicismo que siempre se ha practicado en Turquía, desde hace casi un siglo. También la mayoría de turcos, no ven con buenos ojos, la intromisión militar de los Estados Unidos y de la OTAN en su territorio. Quiza estos movimientos sociales, sean una respuesta que condena a las bases norteamericanas en su territorio. Desde estas bases despegan frecuentemente los aviones no tripulados, llamados drones, que asesinan a miles de árabes en el medio oriente. Otro grave problema es las grandes divisiones que existen entre la población turca. Existe una gran cantidad de turcos que pertenecen a la etnia kurda, que luchan por su libertad y por tener su propio territorio. También hay una serie de sectas musulmanas, como en todos los países árabes, conformados por los sunitas y chiitas. Estas denominaciones islámicas, son las que dominan una serie de gobiernos árabes. La división es tan profunda, a tal punto que no se pueden ver y por eso existe mucha violencia que desemboca en actos terroristas donde mueren cientos de personas inocentes. Otro problema que repercute directamente en Turquía, es la guerra latente entre judíos y palestinos. Si bien el gobierno de Erdogan, se muestra conciliador con Israel, la gran mayoría de turcos apoya a los palestinos. Si prosigue la violencia en las plazas y calles de las principales ciudades de Turquía, el fin del gobierno populista y religioso de Erdogan, estaría con los días contados. Esta posibilidad alteraría la geopolítica de esta estratégica región del mundo. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www. majevic.blogspot.com

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