jueves, 4 de octubre de 2012

Myanmar, oro y muerte

Myanmar como se le conoce ahora a la antigua Birmania, tuvo relevancia mediática porque es la tierra de la Premio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi, quien estuvo recluida en su casa 21 años, acatando una reclusión por defender sus ideas democráticas. Pero ahora nuevamente este país asiático, fronterizo principalmente con China, toma relevancia, porque allí se libra una guerra interna, en su estado Kachin, ubicado en la parte norte de Myanmar y fronterizo con el gigante Chino. La razón de esta conflicto armado, son las riquezas naturales que aloja su territorio. En el se encuentran vastas reservas de oro, bosques tropicales y torrenciales ríos. Uno de estos ríos, es ambicionado por China, para construir allí, una gran represa, para producir 3000 megavatios de potencia y así poder suministrar fluido eléctrico a sus provincias sur occidentales. Pero la construcción de esta represa a un costo de 2600 millones de dólares, desplazara a una significativa parte de la población de Kachin. También la explotación del oro y la madera, se hace sin tener el más mínimo respeto al medio ambiente y a los pobladores vecinos a estos centros de extracción. Como ocurre en todos los países ricos en materias primas, que dejan explotar sus riquezas, la corrupción, pobreza, violencia y prostitución campean sin pausa ni tregua. Los grandes beneficiados por estas riquezas, son los grupos de poder que viven en Rangún, capital de este país y las empresas transnacionales, sobretodo chinas. Esta situación ha impulsado a los habitantes de Kachin, a tomar las armas, para defender sus recursos y mantener sus formas de vida, su cultura y su tranquilidad. Actualmente el conflicto tiene toda la dimensión de una guerra civil, porque el enfrentamiento es entre el ejército birmano y la guerrilla de Kachin. Las operaciones militares, han obligado al desplazamiento de miles de personas de este estado a otros lugares más seguros. La cantidad de muertos y heridos de las fuerzas rebeldes, es muy elevada y no hay posibilidad de atenderlos en centros hospitalarios. También la población civil sufre los efectos de la guerra y se cometen muchos crímenes de lesa humanidad por parte del ejército regular. Las autoridades civiles y militares de este país, niegan por todos los medios que haya una violación sistemática de los derechos humanos a la población de Kachin, pero organizaciones no gubernamentales extranjeras, confirman lo contrario. Otro saldo negativo de esta dualidad de explotación de los recursos naturales y la guerra en progreso, es la depredación de su medio ambiente. Grandes zonas de bosques han sido taladas, por empresas chinas y birmanas y también para buscar y extraer oro. Las aguas de muchos ríos están contaminadas y la pesca ha disminuido sensiblemente. Al parecer existe una injerencia de China, pues tiene intereses estratégicos para conseguir no solo estas materias primas sino en la construcción de la represa de Myistone, para asegurar el futuro suministro a una gran cantidad de usuarios chinos que viven en la parte suroeste de su territorio. Esta ambición desmedida por extraer minerales y explotar las corrientes de agua para producir electricidad, no solo se da en este exótico país, sino que también ocurre en otras partes del mundo. Pero la toma de conciencia de los pueblos afectados, los obliga, como en este caso a tomar las armas para defender su forma de vida y su cultura. Es que al parecer estamos viviendo otra etapa histórica, donde la defensa del medio ambiente, de la biodiversidad y la identidad cultural, son razones suficientes, para que los gobiernos sean respetuosos de sus pueblos. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Facebook: manuel jvillanueva

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