jueves, 15 de julio de 2010

Catástrofe empresarial

Según el diario londinense The Finantial Times, en su reciente edición, el derrame incontrolado de un pozo de petróleo ubicado en aguas profundas del Golfo de México, cuyo operador es la corporación británica British Petroleum, es el desastre más grande de cualquier tipo de negocios desde inicios de la Revolución Industrial, a fines del siglo XVIII. Desde esa lejana fecha, han habido una serie de incidentes ecológicos, provocados por la industria, que han ocasionado serios daños al medio ambiente y también a los seres humanos. Está presente en la memoria industrial, el accidente producido, en 1984 en San Juanico, México, en los depósitos de gas licuado, operados por PEMEX, donde se produjo una fuerte explosión, que ocasiono 600 muertes y más de 5000 heridos. Igualmente, mencionamos, la fuga de sustancias químicas, específicamente el derrame de 42 TM de pesticidas en la planta química de la transnacional norteamericana Union Carbide, en Bhopal, India, hace más de 23 años. Este derrame, que también es considerado una catástrofe, provoca la muerte de miles de personas y afecto a más de 500 mil pobladores de esa región. Otro grave accidente, se produjo en Chernobil, Ucrania en 1986. En este lugar, la usina nuclear para generar energía eléctrica, colapso y produjo una serie de impactos negativos al medio ambiente por radiación y la muerte de muchos pobladores que moraban cerca de esta central atómica, dejando también una estela de miles de afectados entre los pobladores de esa región ucraniana. Actualmente en nuestro país, la firma norteamericana Doe Run, hace oídos sordos, amparándose en el TLC, para invertir en descontaminar la ciudad de la Oroya.
Es que el hombre en su afán de logros industriales y de obtener utilidades relativamente fáciles, no toma en cuenta las medidas de seguridad necesarias ni mide los impactos negativos potenciales que tienen casi todas las aplicaciones tecnológicas contra el medio ambiente. No hay hasta ahora ninguna certeza de efectividad, que minimice casi a cero, los riesgos del uso de tecnologías, por más sofisticadas que fueran. Pero la lógica del costo-beneficio, hace que las decisiones empresariales no tomen en cuenta estos problemas, que lamentablemente se producen. Ha sido necesaria que una catástrofe ecológica como la que actualmente está sucediendo en Estados Unidos, sirva para que todo el mundo político, financiero y empresarial, tomen con bastante interés el tema ecológico. El gobierno del presidente norteamericano Barack Obama, está pendiente de encontrar una solución factible a este desastre ecológico. Es que cuando estos percances suceden en países como la India, Méjico, Ucrania o el Perú, no son vistos con interés por los medios y por las empresas que agreden a nuestro medio ambiente. Esta suerte de desidia, es interesada y lamentablemente silenciada por la mayoría de los medios. Pero lo que está en juego, actualmente es el destino de la vida en nuestro planeta, incluyendo a nuestra especie. Una de las consecuencias de esta catástrofe, es el reconocimiento de los daños ecológicos por parte de la empresa petrolera. Es decir el que contamina paga. A pesar que British Petroleum debe pagar 20 mil millones de dólares a los afectados, muchos especialistas, creen, que el monto del daño es incalculable, pero una cifra aproximada a pagar, seria 1 billón de dólares ( 1 seguido por 12 ceros), es decir 50 veces el monto aceptado. Esta cifra, haría quebrar a cualquier gigante corporativo si la legislación las obligara a pagar. Sin embargo, este monto, nos tiene que llevar a reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestro medio ambiente, sobretodo de parte de las empresas que extraen todo tipo de materias primas y combustibles. Es decir que los descuidos y la falta de previsión empresarial deben tener un costo que honrar, no solo en los países ricos sino también en todos los países del mundo. En el Perú, ya son constantes las denuncias sobre daños ecológicos, producidos por diferentes empresas que extraen petróleo de nuestra amazonia, minerales de nuestra cordillera, productos hidrobiológicos y agroindustriales. Es lamentable que no haya forma de evitar estas fallas. Quizás estamos esperando que suceda algo parecido a lo ocurrido en el Golfo de México, para recién reaccionar. Pero esta forma pasiva de ver este problema puede ser muy onerosa para nuestra sociedad y las futuras generaciones de peruanos. Parafraseando al gran físico alemán Albert Einstein, no juguemos a los dados, cuando se trata de preservar nuestro medio ambiente, pues las consecuencias de la irresponsabilidad en el cuidado de nuestros ecosistemas siempre nos pasaran la factura. El calentamiento global que experimenta nuestro planeta es de sumo cuidado y todavía no se toman las medidas correctivas del caso, para mitigar esta anormalidad producida por el consumismo y la falta de previsión de la gran sociedad humana.
Por Manuel J. Villanueva

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