martes, 3 de enero de 2017

Con el Niño Dios de Pumarume

Enero es el mes en que se rinde culto al milagroso Niño Dios de Pumarume. Es el 14 de Enero, el día principal de celebración y fiesta en honor a este milagroso niño. Todos los años, por esta fecha, tanto en Celendín, origen de esta devoción, como en diferentes ciudades del país, Trujillo, entre ellas, y del mundo, muchos fieles celendinos y devotos de otras latitudes, se congregan en algún recinto, para orar y pedir protección a este milagroso Niño Dios. En Celendín, sus devotos de todas partes han erigido una bella iglesia en Pumarume donde se encuentra esta imagen. El santuario está bajo la advocación, de este Niño Dios. Pero el origen de la aparición de esta imagen, esta tejida de una serie de relatos que, sin embargo todos apuntan a un mismo fin. Se dice que a mediados del siglo XIX, un grupo de comerciantes celendinos, habían salido de su pueblo, llevando muchas docenas de sombreros de paja toquilla, que es el producto tradicional y confeccionado por las industriosas manos de las mujeres celendinas, a fin de venderlos en diferentes lugares del pais. Los comerciantes, se dirigían en primer término a la costa, para luego enrrumbar a otros pueblos de la sierra, como Huaraz, Cerro de Pasco, Huamachuco, Pataz y Huánuco, entre otras comarcas del Peru. La comitiva, iba arreando sus acémilas a buen tren de marcha y haciendo pascanas, para comer y dormir mientras salvaban esta ruta. Fue en una bella noche de Enero, con un cielo, prodigo en cuerpos celestas e iluminada por miríadas de estrellas, que uno de estos comerciantes, escucho un silbido hermoso y penetrante, que provenía de los alrededores del lugar escogido para descansar. Este silbido muy grato, sobrecogió a este comerciante, pero no tomo ninguna iniciativa para saber de dónde emanaba esta música y quien era el que silbaba. Pero a la segunda vez que escucho el mismo silbido, que era de una gran armonía, no tuvo ninguna excusa y fue a buscar el origen de este agradable sonido. Para su sorpresa, luego de andar por los campos cercanos, encontró dentro de unas pencas, un hermoso niño, mejor dicho la imagen de un niño, de regulares dimensiones, con una expresión de inocencia y cuya boca, estaba con el gesto de silbar. El celendino que lo descubrió, no tuvo ninguna duda de tenerlo y lo llevo consigo hacia el lugar donde estaban descansando sus amigos de ruta. Con un gran sentimiento y emoción, los despertó para que también sean testigos de este descubrimiento. Les relato los acontecimientos que había experimentado en esa noche que lo llevo a encontrar a esta infantil imagen. La alegría entre estos negociantes, fue inmensa y no tuvieron más opción, que alabar al Creador, representado en esta imagen. El descubridor, tomo la decisión de regresar a Celendin, exactamente a Pumarume, donde se ubicaba su casa. La llegada a Pumarume con esta imagen, fue muy bien recibida por su familia y casi en el acto, arreglaron un espacio de su modesta casa, para colocar al niño “silbador”. Poco a poco, la gente del vecindario, tuvo conocimiento de la presencia de este infante y fue así, como se inició el culto al Niño Dios, en Pumarume. Con el correr de los meses, la noticia de este niño, llego a los oídos del párroco de Celendín. Este sacerdote, fue a Pumarume, que se encuentra a un kilómetro del centro de esta ciudad para saber el porqué de esta devoción. En primer término, el cura, ordeno que la imagen del niño no debía estar en una casa sino en la iglesia matriz de la Virgen del Carmen, ubicada en la plaza de armas. A pesar de las suplicas y ruegos de los pumarumeños, no quedo otra opción que llevar la imagen a la referida iglesia. Pero lo más impresionante fue que después de unos días de instalado al Niño en una hornacina de la iglesia, este desapareció y volvió a Pumarume. A pesar de los esfuerzos del párroco, todas las veces que el Niño era traído a la iglesia, igual número de veces este Niño regresaba a Pumarume. Este milagro, convenció al sacerdote que lo mejor seria erigirle una capilla en Pumarume, para que los devotos pudieran venerar y orar al Niño. Así fue y se construyó una capilla y desde entonces se conoce al Niño Jesús, como el Niño Dios de Pumarume. Hace más de un siglo y medio que sus devotos, lo veneran, especialmente en sus efemérides de Enero. Son incontables los milagros y bienes recibidos por miles de personas de todo lugar. Trujillo, no puede ser la excepción y en la Asociación Celendina residentes de esta bella ciudad (ACRET), todos los meses de Enero, celebran las festividades en honor al Niño Dios de Pumarume. Estas fiestas, congregan a decenas de niños celendinos, trujillanos, piuranos y de otras ciudades cercanas a Trujillo. Es decir el Niño Dios de Pumarume, ya constituye parte de la cultura religiosa de la ciudad de la primavera. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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