martes, 27 de septiembre de 2016

Stanislav Petrov y el holocausto nuclear

Terminada la segunda guerra mundial en 1945, los países victoriosos, llamados “aliados”, conformados por Estados Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra y Francia, sacaron a relucir sus grandes discrepancias, políticas, ideológicas y militares. Es que el llamado occidente liderado por los Estados Unidos, país capitalistas, se oponía tajantemente a la Unión Soviética, que enarbolaba las banderas socialistas. Entonces empezó la llamada Guerra Fría, entre estos bloques. Europa se dividió en dos bloques: el occidental y el oriental. Esta partición fue denominada por el primer ministro inglés Winston Churchill, la cortina de hierro, porque era una barrera casi infranqueable. Pero lo que desencadeno una crisis permanente entre ambos bloques, fue el uso de la energía atómica, para fines militares, tal como lo demostró EEUU, en Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de Agosto de l945. Esta ventaja estratégica armamentista, puso en peligro la existencia de la Unión Soviética y sus satélites europeos y asiáticos. Por eso, el hombre fuerte de los soviets, Stalin, ordeno a sus científicos fabricar bombas atómicas, con el fin de equiparar el poderío militar de los Estados Unidos. Los soviéticos, pudieron en tiempo record producir la ansiada bomba atómica. Este equiparamiento de fuerzas, fue factor decisivo para detener cualquier aventura belicista entre estos bloques. Pero el mundo vivía en esos años en una gran zozobra, por el miedo a un holocausto nuclear. El poderío atómico soviético desencadeno, a principios de los 50 del siglo pasado, una verdadera paranoia entre los políticos norteamericanos y su población, a tal punto que cualquier ciudadano podría ser acusado de comunista. Es celebre en este empeño el senador Joseph MaCarthy, quien desato una verdadera persecución, la mayoría de las veces infundadas, contra cualquier ciudadano de los EEUU, a los que los acusaba de traición, deslealtad a su país en beneficio de los comunistas La tirantez entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, era permanente, por alcanzar el dominio mundial. Esta paranoia, tuvo eco, en el cine mundial, sobretodo en el norteamericano. Una de las películas más importantes sobre la guerra fría, es el Doctor Insólito o Dr. Strangelove, dirigida por Stanley Kubrick, en 1964, teniendo como actor principal al gran comediante inglés Peter Sellers. Es una película de humor negro y narra el fin del mundo a causa de una hecatombe nuclear, producida por error, con un ataque atómico de los norteamericanos a los soviéticos. Esta situación era tenida en cuenta por ambos países, por eso, sus cúpulas tenían una serie de procedimientos para minimizar un ataque nuclear por error. El presidente de los EEUU, siempre iba acompañado de un maletín donde se encontraba las instrucciones de ataque nuclear, previa verificación de la situación real. También se instaló una línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el famoso teléfono rojo, que serviría, para que los líderes de ambas naciones pudieran comunicarse, negociar y evitar cualquier error, que podría conducir a una hecatombe nuclear. Sin embargo, el 26 de Setiembre de l983, hace 33 años, el mundo se salvó de un desastre nuclear, gracias a la intervención del comandante soviético Stanislav Petrov, que trabajaba en el registro y control del lanzamiento de posibles misiles enemigos. Es que en las primeras horas de ese día el sistema soviético de alerta temprana, detecto un ataque con misiles desde Estados Unidos. Los informes de computadora sugerían, que varios misiles nucleares habían sido lanzados teniendo como blancos importantes ciudades soviéticas, incluida Moscú. El protocolo del ejército soviético, indicaba que había que tomar represalias contra Estados Unidos, usando armas nucleares. Petrov estaba al mando de un centenar de operadores, que tenían como misión rastrear cualquier movimiento misilero en sus sistemas de control Es decir, estábamos en el umbral de un verdadero holocausto donde el hombre y su civilización habrían desaparecido. Sin embargo, Petrov, tuvo el tino de resistir este informe y no comunico a sus superiores como exigía el caso. Esto podría considerarse como una gran negligencia, porque violaba sus funciones de comandante, su falta de disciplina y ponía en riesgo la seguridad de su país. Pero su decisión salvo al mundo de un verdadero apocalipsis. En ese mes de Setiembre, los soviéticos derribaron un avión comercial coreano de pasajeros, donde murieron 269 incluidos algunos ciudadanos norteamericanos. Es decir había mucha tensión en las relaciones diplomáticas de ambos bloques. Entonces el potencial ataque nuclear de los norteamericanos, tenía algo de credibilidad, pero mucho de locura. Si Petrov hubiera informado de este aparente ataque, a sus superiores, la respuesta habría sido contundente y con imprevisibles consecuencias para la humanidad. Los minutos que paso Petrov fueron muy tensos, porque tenía entre sus manos la última decisión. Fue un momento que solo lo pueden soportar hombres muy equilibrados y con nervios de acero, como era el caso de Stanislav Petrov. Pero, felizmente, los operadores informaron que los aparentes misiles no se dirigían a ningún blanco específico. Es decir, Petrov con su serenidad, salvo al mundo de su destrucción. Su acción no fue comprendida por sus superiores y sufrió una serie de vejaciones y humillaciones. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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