domingo, 4 de septiembre de 2016

La caída de Dilma Rousseff

Dilma Rousseff, la primera presidente mujer del Brasil fue destituida de su cargo el pasado 31 de Agosto. La cámara de senadores de ese país, después de escuchar una serie de alegatos tanto de la defensa como de la oposición a Dilma, procedió a finalizar el juicio político o “impeachment”, donde 61 senadores estuvieron a favor de la destitución y 20 votaron en contra. Los cargos por los cuales fue destituida, es haber alterado la ley de responsabilidad fiscal, porque maquillo las cifras relativas al déficit fiscal, para poder tener una mejor opción electoral en el año 2014. En ese año, Dilma Rousseff, reelecta, por una amplia mayoría de brasileños. La votación a favor de la presidente fue de 54 millones, que le daban la oportunidad de gobernar a su país por un periodo de 4 años más. La destitución de Dilma, ha sido criticada tanto en Brasil como en el resto del mundo, porque es una medida política arbitraria ya que los cargos en que se basa su salida del poder no son de una extrema gravedad. Es más casi todos los gobernantes anteriores, lo han hecho y no han sido objeto de juicios políticos. Es que la derecha brasileña, no sabía cómo desprenderse de la hegemonía del Partido del Trabajo, al que pertenece Dilma. Esta agrupación política, cuyo líder es Ignacio Lula da Silva, ya se iba por los 13 años de gobierno, con muchos logros en favor de las grandes masas de brasileños pobres y marginados. Es que en este lapso, hubo una gran inclusión social y se pudo cambiar la situación de pobreza a más de 50 millones de brasileños. Sin embargo la caída de los precios de los commodities brasileños, como la soja o los minerales, por la ralentización de la económica china, golpeo directamente, los planes sociales de la entonces presidente Rousseff. Esta crisis más los escándalos de corrupción que salieron a flote, como el caso de lava jato, pusieron en una difícil situación al gobernante del partido del trabajo brasileño. Esto sirvió para que la oposición brasileña, saque sus garras con la finalidad de traer abajo el gobierno de Dilma, como efectivamente ha sucedido. Es que la oposición brasileña, estaba preocupada que en las elecciones del 2018, sea Lula, el nuevo presidente del Brasil. Esta situación relegaba a los partidos de derecha a ser solo oposición. Además, existen una serie de delitos de corrupción que enlodan a la mayoría miembros del parlamente brasileño. Es este poder del estado que ha tenido la misión de dejar fuera del poder a Dilma. Según sus cálculos políticos, las próximas elecciones tendrán un escenario más ventajoso para los opositores a Lula y Dilma, siempre y cuando la población muy vulnerable económicamente acepte el nuevo orden político sin protestar. El actual presidente de Brasil, Michel Temer, que fue el vicepresidente de Rousseff, es un político de derecha que está cuestionado por sus actos reñidos con la honestidad. Sin embargo todo el poder económico y los medios de comunicación no lo cuestionan, como sí lo hicieron por nimiedades, con Dilma. Su misión es terminar el mandato de gobierno hasta el 2018, donde se efectuara la próxima elección presidencial. Pero el panorama político y social del gigante de Sudamérica, no es tan halagüeño para los que han sacado a Dilma. Al parecer en los próximos días o meses, habrán muchas convulsiones sociales, porque Michel Temer, ya está tratando de aplicar políticas que van contra los más necesitados, como son las políticas de inclusión social y los beneficios sanitarios. Esta situación de movilización social, que pide la salida de Temer del gobierno, puede provocar, que se anticipen las elecciones presidenciales. En estas próximas elecciones postulara nuevamente Lula, por el partido del trabajo y según las encuestas de opinión tiene muchas posibilidades de ganar nuevamente la presidencia de su país. Todos los medios y sus rivales políticos, tratan de incriminar a Lula, con actos de corrupción para desmerecerlo, pero hasta la fecha estos actos son infructuosos. En realidad, la destitución reciente de Rousseff, es a todas luces un escándalo, porque no hay indicios ni cargos contra ella de haber cometido actos de corrupción. Dentro de su derecho, la expresidenta, está apelando a la corte brasileños porque considera su destitución una gran injusticia. Quizás, también haga el reclamo respectivo en la Corte Interamericana de Justicia, para hacer valer sus derechos conculcados. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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