viernes, 31 de agosto de 2012

La agricultura sostenible

La productividad en el campo ha sido una constante en todo el siglo pasado hasta el presente. Los monocultivos, especialmente industriales u orientados hacia la agro exportación, predominan en casi todo el mundo. Este tipo de agricultura o más propiamente agroindustria, basa sus rendimientos crecientes en el uso intensivo de fertilizantes, insecticidas y combustibles. Si bien las metas de productividad son alcanzadas, los efectos colaterales sobre el campo son negativos, porque se pierde gran parte de la biodiversidad y se contamina el medio ambiente. Pero según los expertos en este tema, el rendimiento en el mediano plazo es ineficaz y se pierde de vista la razón de ser del campo que es dar alimentación a todos los seres humanos. Además, los campos son usados para plantar una serie de semillas, tales como el maíz o la caña de azúcar, para utilizarlos en producir etanol, que es usado como combustible junto a los hidrocarburos. También, la degradación de las tierras de cultivo por el uso masivo de fertilizantes químicos e insecticidas, causa rendimientos cada vez menores en estos campos en el mediano plazo. Otro problema es el incremento constante de los precios de los insumos que se invierten en los grandes cultivos, que son insostenibles para la mayoría de estos agricultores. Por eso se están dando una serie de pasos tendientes a cancelar este modelo agroindustrial, por la forma tradicional de producir alimentos. Este sistema, que es ancestral y cuya aplicación por nuestros antepasados, permitió la domesticación de una serie de vegetales para el consumo humano, tales como la papa, el maíz, el camote, el arroz, el trigo y la soya, que son la base de la alimentación humana hasta nuestros días. Esta opción lejos de ser considerada obsoleta por los que tratan de negar lo evidente, sería la mejor alternativa para poner un poco de racionalidad en la producción de alimentos a nivel mundial. No hay que olvidar que las persistentes sequias que están asolando las grandes praderas norteamericanas y sabanas australianas, ya están causando alarma porque podría darse una secuela de hambruna generalizada amen de la subida de los precios de muchos alimentos tales como el maíz, arroz y trigo. Por eso en Europa, que tiene grandes extensiones de cultivo de alto rendimiento, pero con los mismos problemas causados por el modelo agroindustrial, sus agricultores apuestan por un giro de 180 grados en este tema. En Europa, están muy preocupados por el tema de la seguridad alimentaria y reiteran que la única salida es el cultivo de pequeñas franjas de tierra, dedicadas a los productos comestibles. Esta forma de agricultura, no daña el medio ambiente, protege la biodiversidad y mejora los suelos por el uso de fertilizantes orgánicos y no químicos. Este modelo agrario está respaldado por estudios técnicos que demuestran, que la agricultura sostenible a pequeña escala es la forma más efectiva de solucionar las demandas alimentarias de la población y de proteger el medio ambiente. Según estos expertos los pequeños agricultores pueden alimentar al mundo, con productos más saludables y orgánicos. Pero existe, una seria resistencia al cambio especialmente de los intermediarios y especuladores que son los que más ganan en la comercialización de estos bienes en el mercado mundial. No hay que olvidar que actualmente, la hambruna es crónica en muchos países africanos, sobre todo los que esta ubicados en el llamado cuerno africano. En estos países, debido al sobre pastoreo y la sequia constante, la producción de alimentos a colapsado. Miles de personas están al borde de la inanición. Este estremecedor fenómeno podría replicarse en muchas partes del mundo si no se cambia de modelo de producción de alimentos en todo el orbe. Además las pequeñas parcelas dedicadas a producir alimentos, ayudan al cultivo de una serie de variedades de plantas. Por ejemplo en nuestro país, se podría cultivar casi todas las variedades de papa, maíz, quinua, maca y otros productos agrícolas, al contrario de lo que sucede con la estandarización que exige el modelo agroindustrial. También la pequeña agricultura, podría impedir el cultivo de semillas transgénicas, que son un verdadero peligro para la gran biodiversidad , con que cuenta nuestro país.. Esta riqueza natural, nos puede permitir ampliar la producción de otras plantas para el consumo humano, pero que actualmente no se las usa por falta de conocimiento e investigación. En este siglo, debemos incidir en la investigación de las miles de especies que todavía están ignoradas y que pueden tener un gran valor alimenticio. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Twitter: @manueljvillanueva

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