miércoles, 7 de diciembre de 2011

El oro no es de terrícola

La codicia por el oro y otros metales preciosos, tales como el platino y la plata, hacen que el hombre, olvide todo lo razonable, para conseguir estos preciados metales. Esto sucede desde tiempos bíblicos. Todas las culturas y civilizaciones que han existido en nuestro planeta, siempre han luchado por acumular estos metales, sobre todo el oro. Quizás su color amarillo, que no se oxida y su escasez, hacen las delicias de las personas con poder y dinero. Este metal, hasta ahora, es extraído, para utilizarlo en un 80%, en joyería y el resto para guardarlo como reservas y también en usos industriales. Es decir, si no existieran estos metales en la Tierra, la humanidad, no tendría problemas de progresar y vivir adecuadamente. Al contrario, se habrían ahorrado millones de vidas, que sucumbieron por obtener este metal y también se habrían salvado millones de hectáreas, de la depredación que ocasionan la extracción metalífera de cualquier tipo.
Pero el oro y otros metales preciosos presentes en la corteza de nuestro planeta son el resultado de un bombardeo de asteroides que se produjo después de más de 200 millones de años de que se formara la Tierra, según un estudio publicado recientemente, en la revista Nature. Investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido) llegaron a esta conclusión tras comparar la composición de rocas de casi 4.000 millones de años de antigüedad halladas en Groenlandia con la de muestras más modernas. Estas rocas tan primitivas son una oportunidad única para conocer la composición de la Tierra poco después de la formación del núcleo y antes del bombardeo de meteoritos.

El profesor Matthias Willbold y sus colegas midieron los isótopos de tungsteno de las rocas y comprobaron que la composición del manto terrestre cambió después del bombardeo de meteoros hace unos 3.900 millones de años. Es decir, unos 650 millones de años después de la formación del Sistema Solar. "La mayoría de los metales preciosos sobre los que se basan nuestras economías, el lujo de los poderosos y muchos procesos industriales clave se añadieron a nuestro planeta por una feliz coincidencia cuando la Tierra fue alcanzada por miles de millones de toneladas de asteroides", señaló Willbold.

Los resultados de las mediciones apoyan la teoría de que la lluvia de meteoros, que también es responsable de muchos de los cráteres de la Luna, aportó esta capa de materiales preciosos después de la formación del núcleo, lo que explicaría la sorprendente abundancia de estos metales cerca de la superficie de la Tierra.

El tungsteno, que se usa para fabricar los filamentos de los focos de luz, es un elemento muy raro (un gramo de roca contiene una diez-millonésima parte de un gramo de tungsteno) y, como el oro y otros metales preciosos, debería haberse integrado en el núcleo cuando éste se formó. Como muchos otros elementos, el tungsteno está compuesto de varios isótopos, que son átomos con unas mismas características pero masas ligeramente diferentes. Los isótopos son huellas fiables del origen de los materiales y la lluvia de meteoritos sobre la Tierra debió influir en la composición isotópica del tungsteno.
Este estudio, cambia radicalmente la visión sobre la formación de una serie de metales, sobretodo los denominados metales preciosos en la corteza terrestre. Pero también hay que recordar, que nuestros antepasados pre hispánicos, cuya cultura fue eminentemente agraria, consideraban al oro y la plata, como elementos decorativos, sin ningún valor económico. Estos sabios habitantes de nuestro territorio, respetaban a la pachamama o madre tierra y a los alimentos que salían de ella, mediante la domesticación y el cultivo de plantas, tales como la papa, la quinua, la kiwicha, el camote, el maíz, los auquénidos y el sabroso cuy.
Por Manuel J. Villanueva
Ingeniero Electrónico

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