martes, 28 de septiembre de 2010

Racionalidad y medio ambiente de las culturas ancestrales

La visión del mundo de las culturas mochica, chimú, Tiahuanaco, etc. e Inca, fue mucho más racional que nuestra visión, con relación al medio ambiente. Es decir que estas culturas, supieron vivir en armonía con su medio ambiente, evitando depredar los recursos naturales. Muchos cronistas e historiadores de esta etapa histórica, refieren, que las poblaciones de llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, eran muy numerosas y habitaban en todas las regiones naturales del llamado Tahuantinsuyo. Es decir que, por ejemplo, se podían apreciar, en esas épocas, hatos de estos animales, en las playas de Huanchaco o Buenos Aires. Como no fue posible domesticar a las vicuñas, nuestros antepasados, no las cazaban, para aprovechar su lana o carne, sino que utilizaban un método de captura, llamada “chaco”, para esquilarlas. Esta actividad era una verdadera muestra del trabajo colectivo de las comunidades de ese entonces. Luego de recolectar esta fina lana, estos bellos animales, eran liberados, pues había una orden estricta que prohibía, su caza, para evitar su extinción. También la caza de las otras especies de camélidos y venados, estaban prohibidas, por el afán conservacionista de nuestros antepasados. Como la población, tenía muy en cuenta, los hábitos de la colaboración entre las comunidades y el respeto al medio ambiente, su flora y su fauna, no trasgredían estas prohibiciones, salvo cuando se trataba de animales viejos o en mal estado. La intima relación de estas culturas, con su medio ambiente, les permitió desarrollar técnicas para mejorar el abastecimiento de agua de sus tierras, mediante sistemas de irrigación. También su afán de supervivencia, les permitió desarrollar técnicas para domesticar animales y cultivar una serie de vegetales. Por ejemplo, los ricos cuyes, llamas y alpacas, fueron domesticados por nuestros antepasados. Igualmente consiguieron hacer comestibles a la papa, en sus diferentes variedades, al camote, la quinua, la quiwicha, la oca, el olluco y otras especies vegetales. Para poder aprovechar al máximo la difícil topografía de nuestro territorio, nuestros antepasados, crearon las andenerías, con la finalidad de hacer productivas las laderas de los cerros y también evitar la erosión. Esta preocupación por la agricultura y la disciplina de vida, les permitió a estos sabios antepasados hacer uso en forma eficiente del agua para regar sus cultivos. Para enriquecer la tierra agrícola, utilizaron el guano, localizado en las islas guaneras, cuya distribución obedecía a las necesidades de cada región agrícola, sin ningún afán de acaparamiento. La pesca, donde los antiguos moches eran muy diestros, se hacía de manera racional y solo se pescaban , usando métodos naturales y evitando depredar las diferentes especies marinas. Esta forma de aprovechamiento de los recursos naturales y los que provienen, como fruto, de la labor de pre incas e incas, en la domesticación y cultivo, de muchas especies animales y vegetales, demuestra una plena conexión de los seres humanos con su medio ambiente. Este legado cultural, debe ser mejor aprovechado por nuestra sociedad actual, para detener la constante agresión y depredación de nuestro medio ambiente. La serie de productos agrícolas que ahora sirven de alimentos no solo en nuestra dieta diaria sino también en las cocinas de todo el mundo, son producto de esta armonía ancestral que tuvieron nuestros antepasados. La papa, que es un alimento universal, es solo un ejemplo de esta gran herencia cultural. Quizás esta enorme riqueza cultural, sea nuestra mejor fuente, para crecer con racionalidad y equidad.
Por Manuel J. Villanueva

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