miércoles, 22 de septiembre de 2010

La insignificancia humana

A medida que pasa el tiempo, el desarrollo científico y tecnológico, nos brinda la oportunidad de conocer nuestra insignificancia humana, partiendo de la ubicación de nuestro plañera en el Sistema Solar y en la Vía Láctea. Esta afirmación se confirma, cuando podemos observar, con ayuda de la tecnología informática, la pequeñez de nuestro bello planeta azul, que es la casa de todos los seres vivos incluyendo la especie humana. Sin embargo, nuestra ignorancia y soberbia, nos hace pensar que somos los reyes del Universo, lo cual no es cierto. Si contemplamos a nuestro planeta, desde el firmamento, pero alejándonos en forma progresiva de este objetivo, hasta alcanzar por lo menos los 100 años luz, podemos ver que no solo nuestro planeta sino todo el sistema Solar y la Vía Láctea, donde nos ubicamos, prácticamente desaparecen en la infinitud del cosmos. A esta distancia solo existen grandes “vacios”, que son estudiados por los cosmólogos, para desentrañar su naturaleza. Igualmente, si tratamos de escudriñar las complejidades de lo infinitamente pequeño, encontraremos verdaderas maravillas, hasta llegar a las partículas llamadas “quarks”, que hasta la fecha, son consideradas las fronteras de lo que se concibe como lo mas minúsculo. Antes de esta dimensión, se puede apreciar los tremendos vacios, que existen entre los núcleos atómicos y los electrónicos. Es decir que tanto lo infinitamente grande, a nivel cósmico, como lo infinitamente pequeño, a nivel de sub partículas atómicas, tienen una sorprendente similitud. Pero nuestra casa común, la tierra, es lo único que tenemos y es por eso necesario conservarla para evitar alguna catástrofe, que puede ser consecuencia de la irracionalidad y la soberbia humanas. En nuestro planeta se alojan una serie de culturas ancestrales y logros de la creatividad humana, que son dignos de admirar y conservar. Pero también hay una gran cantidad de alteraciones producidas por la ambición y estupidez humana. Esto último, está provocando que nuestro bello planeta cambie. Estas alteraciones nos van afectar directamente, si no tomamos las previsiones del caso. Es paradójico, contemplar por un lado que los avances científicos y tecnológicos, nos permitan conocer nuestra ubicación cósmica, tanto dentro de nuestro sistema solar, la Vía Láctea y también descubrir los límites de la materia en escala infinitesimal. Estos conocimientos, nos deben servir para elevarnos moralmente como especie, para actuar con prudencia en la utilización de los recursos naturales. Es hora de proteger nuestro planeta, no solo para nosotros sino para las futuras generaciones, que tienen igual derecho que nosotros a llevar una vida tranquila y con la posibilidad de crear otras muestras que nacen del ingenio humano, pero al servicio de la paz y la armonía entre los hombres.
Quizás, la mejor forma de aprehender a ser mejores seres humanos es a través de una educación centrada en valores, pues según las neurociencias el hombre no es por naturaleza, agresivo sino todo lo contrario. Es decir estamos diseñados para cultivar la solidaridad, la colaboración y la generosidad. Solo depende de que existan las condiciones sociales para que todo este potencial humano se desarrolle. Esto sería un cambio realmente cualitativo en las relaciones sociales, para que nuestra especie sea un factor de mejora del medio ambiente y de prosperidad con armonía para todos los seres vivos.
Por Manuel J. Villanueva

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