sábado, 28 de octubre de 2017

Días de todos los santos y los difuntos en Celendín

El 1 y 2 de Noviembre, en Celendín, se celebran con mucho entusiasmo y unción cívico religiosa las fiestas se todos los Santos y luego el día de los difuntos. Esta tradición que data desde hace muchos años, es el reconocimiento a la mayoría santos que no están comprendidos en el Santoral religioso y también una ofrenda a los difuntos que casi todas las familias celendinas tienen en su historial. Se cree que en la noche del 1 de Noviembre, las almas de los difuntos, salen a visitar a sus familiares terrenales, como una muestra de su fraternidad y relación sanguínea. Por eso los familiares de los difuntos, creen que sus muertos los visitan en la víspera del 2 de Noviembre. En otros países, como México, el día de los difuntos, llamado también el día de los muertos, tiene una gran importancia religiosa, familiar y costumbrista. El día de todos los Santos, los celendinos acuden a la iglesia matriz de la Virgen del Carmen a orar, para honrar a sus patrones y también se considera este día, como si fuera un cumpleaños general de todos los creyentes de esta histórica ciudad cajamarquina. Luego de asistir a los oficios religiosos, en casi todas las casas se preparan para ‘recibir’ a sus difuntos, que los deben visitar a partir de la noche del 1 de Noviembre. Para eso, con cierta anticipación, las amas de casa, preparan un gran amasijo, para hacer panes, salados y dulces. En este amasijo, también se confeccionan panes de la forma de un guanaco o de una muñeca, llamada ‘bollo’. Estos panes en forma de guanacos, son para los hombres y los ‘bollos’ para las mujeres. Además se preparaba el sabroso chocolate con queso mantecoso, rosquitas, galletas y panecitos de maíz. De acuerdo con los gustos del difunto, se preparaban también una serie de potajes como el picante de cuy, los tamales, cancha ‘paccha’, que va acompañado con un porongo de chicha de jora o de la espumante cerveza. Todos estos potajes se colocaban en la sala de las casas, donde se habilitaba un altar con la fotografía del familiar difunto, que dominaba la presentación y se colocaba un petate donde se ubicaban los diferentes potajes y bebidas que eran las preferidas del muerto. Las damas de la casa, tenían mucho cuidado de hacer un ‘camino’ de ceniza que iba desde la puerta de la sala hasta el lugar de las ofrendas, Esta senda era muy importante, para saber si el difunto homenajeado había ‘llegado’ para saborear los potajes que le gustaban en esta vida. Sin embargo, estos potajes, eran las delicias de los jóvenes de la casa, que daban buena cuenta de las ofrendas de los difuntos. El día 2 de Noviembre, las familias celendinas, se reunían en las diferentes casas que honran a sus difuntos, para tomar un rico desayuno y luego hacer la romería hasta el panteón, ubicado en una pequeña loma, cercana a la ciudad. Muchas familias acuden al camposanto, llevando una serie de viandas para saborear estos potajes en los lugares cercanos donde se encuentran enterrados sus deudos. También, muchas personas se hacen acompañar por conjuntos musicales con la finalidad de escuchar una serie de melodías, como el popular silulo o carnaval de Celendín, huaynos, marineras, valses, boleros y rancheras, que eran del gusto del difunto. Otro aspecto importante de esta romería, es hacer los rezos en memoria de los deudos. Estos responsos, están a cargo de personas allegadas a la iglesia y a veces por el párroco de la ciudad. En el camino de Celendín al panteón, se erigen una serie de toldos, con la finalidad de brindar a la concurrencia muchos potajes de la gastronomía del pueblo acompañados de chicha, cerveza o aguardiente de caña. El epilogo de esta romería es de solaz y mucha alegría de los asistentes incentivados por el licor. Luego, muchas familias, se congregan después de esta cruzada, en sus hogares en compañía de los deudos y amigos del difunto, para bailar y comer los ricos potajes celendinos. Estas celebraciones son muy apreciadas por todos los celendinos, ya que se trata de recordar a los seres queridos difuntos, como son el padre, la madre, el esposo, la esposa o los hermanos. Estas ausencias definitivas, provocan un gran vacío espiritual y físico, en estos hogares, lo que justifica todos estos homenajes en su nombre. Pero, también estas conmemoraciones tienen una fuerte influencia que proviene de la tradición y las costumbres que datan desde la llegada de los españoles a nuestro suelo. Según muchos especialistas, también los antiguos peruanos, rendían culto a sus seres difuntos y esta costumbre fue enriquecida por el culto católico para la celebración del día de todos los Santos y el día de los difuntos. En épocas más recientes, en Celendín, los amigos y amigas de este pueblo, hacen una profesión de amistad a través de los compadrazgos. Es decir un joven, puede solicitar a una amiga que acepte ser su comadre o viceversa. Esta unión se realiza mediante la entrega de un guanaco, si la petición procede de una dama o de un bollo si lo efectúa un varón. De esta manera se afianza la amistad de muchas personas afines y este compromiso es muy respetado tal y como se estila cuando una persona es nombrada padrino o madrina de bautismo de una niña o niño. Para que se concrete este compadrazgo, se solicita, los servicios de una persona laica, pero que conoce de los ritos bautismales. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

No hay comentarios: