lunes, 15 de diciembre de 2014

La fundación de Celendín

Antes de la llegada de los colonos ibéricos a estos bellos parajes cajamarquinos, para fundar en una bella estancia la ciudad de Celendín, existían muchos grupos de habitantes originarios descendientes de las etnias arawacs, oxamallcas, chachapullas y caxamallcas, entre otras cullturas. Estos pueblos han dejado sus huellas que hasta ahora existen en muchos restos arqueológicos, huacos y otros utensilios que se han desenterrado en diferentes partes de esta zona. También la toponimia de muchos lugares, tales como Chimuch, Chumuch, Huauco, Llanguat, Pusac, Pallan, procedería de las lenguas que hablaban estas etnias. Otra veta toponímica y etimológica son muchos vocablos del habla celendina tales como: Hualmishco, shucturarse, nashaco, shimba, cushuro,etc. Sin embargo haría falta que se haga un estudio más profundo para desentrañar el rico legado histórico que se aloja en estas fuentes que poco a poco tienden a extinguirse. Pero, fue a mediados del siglo XVI, casi después de la conquista española que un grupo de colonos portugueses, españoles y judíos conversos, se ubicaron en estos hermosos parajes, atraídos quizás, por su benigno clima, que corresponde a la región quichua de la vertiente nororiental de los Andes y también por la belleza del entorno natural. Hasta la fecha se puede apreciar con mucha emoción el límpido cielo azul de Celendín y aprecias con admiración la magnificencia de las enormes cordilleras cuyos secretos todavía permanecen guardados en el arcano de la historia y la geología. Estos nuevos habitantes de esta región, se distribuyeron en una serie de haciendas y junto con los pobladores originarios, trabajaron la tierra en las labores agrícolas y de pastoreo. Con el crecimiento de la población el Virrey Francisco de Toledo, dicto la orden de cambiar la denominación de uno de estos fundos que tenía el nombre de San Bernardo de Llamedin para llamarse La Pura y Limpia Concepción de Zelendin. Parece que este vocablo proviene de el fruto de una planta llamada chili o shil shil, que con el movimiento provocado por el viento produce una sonoridad parecida a shilindrin. Luego de más de siglo y medio, el obispo de Trujillo y naturalista Baltazar Jaime Martinez de Compañon y Bujanda, en sus múltiples recorridos por su diócesis y camino hacia Maynas conoce este pueblo que lo atrajo por el entusiasmo, altivez y la vigorosidad de sus pobladores. Este obispo no dudo un instante y elevo una solicitud al rey Carlos IV de España, para la creación de un pueblo bajo el nombre de Villa Amalia de Celendín. El rey autorizo esta creación que se hizo efectiva el 19 de Diciembre de 1802. Como buen hombre versado el obispo Martínez, contrato al ingeniero español don José de Comezana, para que trazara la plaza mayor y las calles de esta urbe. Este ingeniero, hizo el trazo a cordel de todas las calles, favorecido por la topografía muy homogénea del lugar. Las calles de Celendín son rectas, anchas y bien distribuidas. Se asemeja a un damero de ajedrez. En la plaza mayor se ubico la Iglesia Matriz en honor a la Virgen del Carmen, patrona del pueblo y también un edificio para la alcaldía y el mercado de abastos y en todo su perímetro se construyeron casas de una serie de personalidades que tomaron estas ubicaciones. Han transcurrido 212 años desde esa fecha y existe todavía una gran tarea para investigar lo relacionado con la flora, fauna y los otros recursos naturales. Hay una serie de frutos y raíces que pueden servir como alimento. Por ejemplo tenemos la racacha, la mashua, el lanche, las moras, los pajuros, el zapote, los capulíes, etc. Además, hay varias especies de mamíferos y aves de un gran potencial económico. Celendín tiene una apreciable cantidad de aguas termales, siendo la más conocida la que está ubicada en al valle de Llanguat. Estas aguas son medicinales y con igual valor que las famosas aguas termales de los Baños del Inca de Cajamarca. Otra labor es forestar una serie de cerros donde se pueden plantar árboles nativos como el molle, el sauco, el sauce, el huarango,el aliso, el cedro, el quishuar y muchas otras plantas que tienen propiedades medicinales para el tratamiento de enfermedades degenerativas y hasta cierto tipo de enfermedades oncológicas. Es decir Celendín es un verdadero cofre por descubrir. Por Manuel J.Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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