domingo, 21 de diciembre de 2014

Hambre y productos nativos

El célebre medico brasileño Josué de Castro, fue un gran luchador social en el tema del hambre que asolaba muchas regiones de su país y del mundo. En 1951, publico su libro, “La geopolítica del hambre”, que fue el gran detonante para despertar la conciencia mundial sobre este flagelo que todavía asola a la humanidad. Tuvimos la oportunidad de escuchar a Josué de Castro, en una conferencia sobre este tema, dictada en el campus de la UNI de Lima en 1963. Entre las muchas ideas que plasmo dijo: “La tercera parte de la humanidad come bien pero duerme muy mal en cambio las dos terceras partes de la misma, come muy mal pero duerme bien”. De Castro, se refería, a que los ciudadanos con riqueza, no pueden dormir bien por la preocupación de perderlo todo de un momento a otro. En cambio los pobres no tenían nada que perder y por eso, dormían plácidamente aunque rara vez comían adecuadamente. Esta proporción entre ricos y pobres en el presente siglo ha variado significativamente, en el mundo, porque ahora solo hay un 5% de ricos y un 95% que no son ricos. De esta inmensa mayoría, por lo menos un 60% son pobres o extremadamente pobres. Esta gran proporción de seres humanos se muere literalmente de hambre. Es famosa, por impactante, una foto tomada en Somalia, donde un niño esquelético daba sus últimos suspiros, con un buitre rondando por las cercanías a la espera de que el infante muera y así poder hacer un festín con su débil cuerpo moribundo. En nuestra América, hay gente que a diario se muere de hambre. Las cifras varían de acuerdo a los países, pero en el Perú, por lo menos 10 personas al día se mueren de hambre. Este grave hecho se da también en muchas naciones llamadas ricas como los Estados Unidos o España. Pero el continente donde hay más muertes por hambre es África. Para poder enfrentar este flagelo milenario hay muchos programas de nutrición y ayuda humanitaria para diferentes países del mundo, pero en especial para los países del continente negro. Sin embargo por diferentes razones la ayuda humanitaria que proviene del exterior, es insuficiente y a veces de mala calidad debido a problemas logísticos, de almacenamiento, manipuleo y distribución. Esta mala asignación ha tenido una respuesta positiva en Etiopia, donde se incentiva el cultivo de una serie de especies nativas, para el consumo de su población más necesitada. Etiopia es el tercer país más poblado del continente africano y el que jamás fue colonizado por los europeos. En los últimos decenios Etiopia, se hizo famosa mundialmente por sus grandes corredores de fondo como el maratonista y campeón olímpico, Abebe Bikila y muchos otros atletas de igual calidad. Pero esta país con una gran población que llega a los 100 millones de habitantes, sufre crónicas sequias que malogran sus cosechas y sumen en el hambre a gran parte de sus habitantes. El flagelo del hambre, es una especie de maldición bíblica, en muchos países de este gran continente. A diferencia de los países europeos o Estados Unidos, donde el monocultivo es una forma de agricultura, en Etiopia y otros países como el nuestro, se tiene que incentivar el policultivo, acorde con nuestras tradiciones milenarias y por la intrincada geografía que crea una serie de microclimas aptas para este tipo de cultivos. Etiopia como el Perú, es un país montañoso con una gran biodiversidad, de flora y fauna. El estudio y la aplicación de mejores métodos de cultivo en los sembríos de semillas oriundas de este país, están dando buenos resultados. Igualmente se puede hacer en otras partes del mundo que tienen una gran población sumida en la pobreza. Por ejemplo, India, Brasil, China, Indonesia, cuentan también con una gran diversidad de climas aptos para aprovechar mejor sus bancos de semillas nativas y crear mejores fuentes de proteínas para disminuir el hambre de su población y erradicar la desnutrición y el raquitismo en su niñez. En nuestro país, también tenemos un gran sector de nuestra población que todavía está debajo de los límites de la extrema pobreza. Esta situación provoca serios problemas de salud, desnutrición crónica, raquitismo, en la vida de los más jóvenes y que son marcas imborrables en su constitución orgánica. Pero a pesar de contar con una gran biodiversidad, no la sabemos aprovechar eficientemente. Nuestra agricultura llamada industrial se basa en el monocultivo y su producción está orientada a la exportación de productos que no son oriundos del país. Ahora está de moda el consumo de la chía, que es una semilla de origen mexicano, que tiene una gran demanda por sus grandes bondades nutritivas y curativas. En nuestro país, existen muchas especies que son mejores que esta semilla pero que el gran público no lo conoce, por falta de incentivos para su producción. Sin embargo tenemos una serie de productos nativos, que son conocidos pero no se los consume con frecuencia. Por ejemplo la quinua, maca, cañigua, kiwicha, tarwi, mashua, ocas, racacha, pajuros y muchos otros productos. La quinua, ahora tiene mucha acogida en el exterior por sus grandes bondades alimenticias y porque es un producto orgánico. Esta gran demanda del extranjero ha producido que los precios de la quinua en el mercado local sean muy altos y fuera del alcance de los menos afortunados. La tendencia mundial para resolver el hambre es el cultivo de muchas especies nativas de cada nación, con prácticas agrícolas al alcance de los pequeños agricultores y con propias tecnologías y con el uso de abonos orgánicos. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog. www.majevic.blogspot.com

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