sábado, 24 de noviembre de 2012

Celendín y su creación

Han pasado 210 años desde que el obispo de Trujillo y naturalista Baltazar Martinez de Compañón y Bujanda, pisara suelo celendino, en su afán de fundar pueblos y descubrir las maravillas de la flora y fauna de esos remotos y bellos parajes. Siempre nos hemos preguntado qué motivo a las familias portuguesas, españolas y judías, quedarse en una planicie, donde florecían moras, nigua niguas, pajuros, sirimbaches, aguaymantos, papas, ocas, mashuas, maiz y también habían una apreciable fauna compuesta de zorros, cuyes, guanacos, perdices, palomas, zarigüeyas, vizcachas, huicucos y otras especies animales, agua cristalina y realmente dulce e impoluta. Creemos que esta flora y fauna cautivo la curiosidad de los nuevos colonos y también el encanto de un suelo con clima casi templado y con un firmamento que sintonizaba con los ojos de muchos de estos extranjeros. Además encontraron pobladores de las etnias arahuac, caxamalcas y oxamalcas, que los acogieron con amistad y que Vivian del cultivo de productos de pan llevar. Por eso Baltasar Martínez de Compañón, el 19 de Diciembre de 1802,no tuvo ninguna duda de fundar una ciudad en representación del Rey de España a la que la llamo Villa Amalia de Celendín, en honor a la reina española de ese entonces. Los nuevos y antiguos pobladores de esa Villa, se sintieron orgullosos de este reconocimiento y elevaron sus preces al Altísimo en señal de gratitud. También fue ocasión, para que el pueblo tenga como su patrona a la Santísima Virgen del Carmen, patrona de los marinos españoles, porque estos ibéricos eran en su mayoría hombres de mar y a ella se encomendaron para que los proteja de los peligros y asechanzas potenciales en este su nuevo terruño. El culto a esta Virgen se realiza desde esa fecha en el mes de Julio, donde además se acostumbra a realizar una feria taurina, que anteriormente se hacía con toretes del lugar. Debido a la topografía muy plana, el Ingeniero español José de Comesana, no tuvo mucho esfuerzo en trazar a cordel las calles rectas de esta nueva ciudad. Su simetría es similar a la de un damero de ajedrez y las vías por donde iban a caminar sus habitantes fueron diseñadas con una gran amplitud, lo que permite tener en las horas del día, acceso a los rayos solares que son pródigos en este escenario casi todo el año. Las casas se edificaron a plomada, con tapiales, usando tierra apisonada, con paja y piedras o adobes, para alzar las paredes. Las casas tienen las características mejoradas de las casas españolas de ese entonces. Las viviendas, generalmente cuentan con dos patios, zaguán, sala,comedor, altillos, dormitorios, pequeña chacra,chiquero,escusado, alacena, cocina a leña, con su cuyero, horno con leña, para hacer el rico pan, las merucas, molletes, rosquitas, galletas, panecitos, alfajores, pasteles, turcas y champas. Toda esta tecnología de confección se conserva hasta la fecha con algunas variantes. También, desde esos tiempos, los celendinos al compas del cultivo de sus chacras, se dedicaron a la confección de sombreros de paja toquilla, de muy alta calidad. Esta artesanía, que le da fama internacional, a las manos industriosas de las celendinas preferentemente, son artículos muy bien recibidos en otras partes del país y del extranjero. No solo se hacen sombreros sino una gran cantidad de artículos de este material. Es en este rubro que se debe incentivar aun más la creatividad celendina, para dar mayor calidad a esta producción, que puede ser una fuente muy interesante para general empleos bien pagados en Celendín. Pero La Villa Amalia, ha crecido con el paso de los lustros, hasta convertirse en una bella ciudad, a la que se le denomina Celendin. Sin embargo este crecimiento amenaza con borrar del imaginario colectivo, las tradiciones, cultura y costumbres que son parte de nuestra identidad, por la que han luchado muchas generaciones de hombres y mujeres dignas de este altivo pueblo. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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