lunes, 27 de noviembre de 2017

De que democracia hablamos

En nuestro país, para ser candidato presidencial, congresista, gobernador o alcalde, no es necesario ser honesto, inteligente, bien preparado y carismático sino que es indispensable tener una apreciable cantidad de dinero para llevar a cabo las respectivas campañas electorales. Es decir se impone el poder del dinero a las verdaderas cualidades que deben tener las personas que aspiran a dirigir al país, ser congresistas, gobernadores o alcaldes. Para poder cumplir con esos objetivos, se invierten elevadas sumas de dinero, para hacer la estrategia electoral y publicitaria, que sustente una campaña electoral. La inversión en horas de televisión, radio, prensa escrita, banderolas, polos, almanaques, libretas, lapiceros, víveres de toda clase, es costosa. Esta es la forma más baja del clientelismo político, para captar adherentes, porque se abusa y manipula las necesidades de los que menos tienen, que son la mayoría de los electores. Además, la manipulación que realizan los medios, sobre la mayoría de los electores, es muy grande porque sus campañas publicitarias en favor de estos candidatos, calan en las conciencias de los menos críticos. Así se atrae a una gran cantidad de personas a favor de los candidatos que tienen mucho dinero. Esta forma de hacer politica es maquiavélica, porque realzan las pocas cualidades de un candidato y demuelen a otros postulantes, que a pesar de tener mejores pergaminos, no cuentan con abundantes recursos de dinero. De esta forma se adormece a la ciudadanía, para que adhieran a candidatos de cuestionable reputación y con hojas de vida mediocres, que a veces se parecen más a prontuarios policiales. Por eso se hace popular la frase 'roba pero hace obras', porque a la mayoría le interesa que se mejoren las pistas, avenidas, se construyan obras de infraestructura, sin ningún juicio crítico sobre estas obras, cuando estos candidatos van por la reelección. Ahora se sabe que para ganar las licitaciones es un requisito indispensable dar coimas a los políticos que están en el poder, como es caso del modus operandi de la firma brasileña Odebrecht, que ha manchado a toda nuestra llamada clase política. Ahora existe una verdadera crisis moral en nuestra sociedad, porque no se respetan los valores morales como la honestidad, la honradez o la dignidad. Tener dinero y poder se aprecia mucho más entre los ciudadanos a pesar que el origen de este dinero no sea limpio. Por ejemplo en el caso de los actuales congresistas se puede demostrar que la mayoría de ellos están en este poder del estado debido a que han efectuado fuertes desembolsos de dinero, para sus campañas electorales. Los congresistas solo se acuerdan de los electores en época de elecciones y luego ejercen su cargo sin tener en cuenta los intereses ciudadanos y generalmente se dedican a defender sus intereses de grupo a sus respetivos líderes en problemas con la justicia o sus cuestiones personales. Es decir ni los valores morales ni la capacidad, ni la experiencia cuentan para elegir a una persona en las urnas. Por eso estamos viviendo una grave crisis ética, que mancha a toda la clase política, que se ha hecho más visible por el sonado escándalo de corrupción de la firma coimera Odebrecht. Esta triste realidad, confirma que ningún ex presidente y muchos otros políticos han procedido con honestidad y honradez. En este momento hay dos ex presidentes presos, otro con orden de captura internacional y el que se da de honesto, está siendo investigado para determinar su culpabilidad, y también otros políticos. Además en las diferentes agrupaciones políticas de nuestro medio, no existe democracia interna, porque sus simpatizantes solo hacen número en la mayoría de los casos. Las llamadas elecciones internas solo sirven para manipular el sentimiento de los afiliados. Los candidatos a ocupar los cargos dirigenciales son personas afines y de total confianza de jefe de las agrupaciones. De esta forma, las cúpulas se convierten en verdaderas ‘argollas’, dejando de lado a muchos simpatizantes honestos, preparados y coherentes. También los jefes en casi todas las agrupaciones políticas, son personas que por su gran poder económico, hacen y deshacen es sus agrupaciones. Solo sus familiares y allegados pueden postular a los diferentes cargos eleccionarios. Esta forma es maniquea y antidemocrática. Entonces los electores a la hora de ejercer su derecho al voto, solo pueden hacerlo por las personas que han sido seleccionadas previamente por las llamadas cúpulas o por el ‘dueño’ de una agrupación política. Por eso, esta forma de elegir a nuestros representantes no se puede llamar democracia. La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo. Si se respetara esta sentencia, no haría falta invertir, como si fuera un negocio, grandes sumas de dinero, en las costosas campañas electorales, donde salen victoriosos los que más tienen sin méritos personales ni morales. Estamos en un sistema pseudo democrático, pero lo que requerimos es que se cambie a una verdadera democracia. En este, todavía hipotético sistema, se elegirían a las personas más capaces, con verdadero carisma, con demostrada actitud de servir al ciudadano, con probada honestidad y honradez. Serían elegidos por sus méritos personales y no por el desembolso de sus abultadas carteras de dinero. Además se debería prohibir el financiamiento millonario a todos los candidatos. Otro punto a tener en cuenta es que el estado debe distribuir de una partida asignada para las elecciones, cantidades iguales de dinero para que realmente las elecciones sean democráticas. Entonces los medios de comunicación tendrían la obligación de propalar las propagandas de todos los candidatos en forma equitativa, sin favorecer a ninguno como se estila en estos tiempos. Así ganaría el pueblo, porque se tendría un gobierno genuino, democrático, conformado por personas carismáticas, preparadas, honestas y honradas. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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