miércoles, 19 de julio de 2017

Las matronas de Celendín

Por matronas, me estoy refiriendo a las madres de familias distinguidas, cultas y respetables que vivieron en Celendín, en la primera mitad del siglo XX. Estas damas habían recibido de sus padres una educación muy refinada a la usanza de los mejores hogares de Lima o París. Es que en esos años, los padres tenían por misión criar con mucha celo a sus hijos e hijas. El aforismo de que los hijos son el espejo de su crianza, era tomado muy en cuenta. A los hijos, se les enseñaba a ser trabajadores, honrados, fieles cumplidores de su palabra, tener siempre una conducta digna y un comportamiento diáfano. Pero el mayor interés era tener buenas hijas, para que pudieran desempeñarse en la sociedad y en el hogar con altura, educación y dignidad. Se tenía muy en cuenta la reputación y el honor de las hijas para que nadie pudiera hablar algo negativo sobre su conducta y su comportamiento entre sus amistades y relacionados. Cuando estas personas fueron niñas y adolescentes, sus progenitores se preocuparon por darles la mejor educación para que luego en su edad adulta, se desenvuelvan como unas verdaderas damas, en todo sentido de la palabra. La educación que recibían en sus hogares, desde que eran muy niñas y luego adolescentes, era integral, pues comprendía la enseñanza del lenguaje, matemáticas, geografía, ciencias y artes. También estaba presente en su educación la práctica del algún instrumento musical como el arpa, la mandolina o la guitarra. Es decir la música era muy importante y se cultivaba también como una especialidad el canto, de preferencia las zarzuelas de la época, operas u otra melodía de este nivel. Es que el cultivo de las artes refina los sentidos, alienta la comprensión con los demás y fortifica la voluntad para hacer mejor todo tipo de tareas o empeños. Además las futuras damas recibían lecciones de economía doméstica, preparado de comidas, confección de algunas prendas de vestir, tejidos, manualidades, sobretodo bordados, juegos de salón, pero todo dentro de una acendrada mística religiosa. El habito de la lectura era prioritario y tenían estas chicas, que leer una serie de obras, como por ejemplo: Las mil y una noches, El mártir del Gólgota, los Tres mosqueteros. Para tener una buena letra practicaban caligrafía y leían el difícil y abstruso 'mosaico', para entender cualquier mensaje escrito. Otro tema muy importante en su educación eran las buenas costumbres y los mejores modales. Los padres insistían en que sus hijas tengan un excelente comportamiento social, respetuoso y con buenos modales. Todo este bagaje cultural, manual y social, estaba orientado para que sus hijas sean buenas esposas, mejores amigas y abnegadas madres. Por eso Celendín, fue prolífico en tener hogares donde había verdaderas matronas. Estos hogares fueron ejemplares porque en ellos reinaban las buenas costumbres y el cultivo de los valores morales dentro de la fe católica. Podríamos citar a muchas damas celendinas que reunían estas cualidades, pero como ejemplo ponemos a las Señoras Julianita Pinedo de Díaz, Aurelia Díaz de Chávez, Justina Sánchez Atalaya, Amanda Chávez de Díaz, Leoncia Collantes de Merino, Dina Quevedo de Pérez, Paula Velásquez de Gil, Susana Rabanal de Pereyra, Selfa Diaz de Merino, Estefanía Sánchez de Quevedo, Flor de María Marín de Díaz, María Amayo de Quiroz, Domitila Sánchez de Silva. Estos ejemplos solo ratifican que cuando hay una buena educación que se imparte desde el hogar, los resultados son muy gratificantes, tanto para la estabilidad hogareña, las buenas prácticas sociales. Solo asi se puede confiar en tener hijos e hijas que serán virtuosas, educadas, honestas y honradas. Todas estas virtudes redundan en beneficio de la sociedad y del país. Por Manuel J. Villanueva Consultor Internacional Blog: www.majevic.blogspot.com

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