sábado, 20 de marzo de 2010

Por la renovación

Parece que estamos condenados a seguir soportando a las mismas personas que actúan en política por más de 30 años. Estos personajes han hecho de la política una forma de vida y se aferran a sus puestos, sin dejar abierta la posibilidad de que nuevos rostros surjan como necesarios recambios. Esto es una muestra contundente del poco interés que tienen las mayorías por la política. Si esto cambiara, estamos seguros, que muchos de estos políticos ya estarían en sus casas, pues es poco lo que han hecho por el país y sus electores. Pero como no es así, el continuismo y la reelección, s e convierte en una práctica rutinaria y antidemocrática, para mantener el stablishment. En ningún partido político, se practica realmente la democracia para elegir a sus dirigentes. El tan esperado sistema de un afiliado un voto, que sería una forma democrática de elegir a sus representantes, solo queda en intenciones. Tampoco las elecciones internas de los partidos son supervisadas por un organismo de control como la ONPE. Esta ausencia de práctica democrática, que es interesada, permite que las cúpulas partidarias sigan vigentes y que los elegidos sean las personas nombradas tácitamente por el jefe o líder de los partidos, Es decir la ansiada renovación de cuadros no se dan y los nuevos rostros, que salen a la luz y que son pocos, solo deben seguir el mismo libreto dictado desde la cúspide de los partidos. Esto debilita la formación de verdaderos líderes innovadores y visionarios, que son tan necesarios no solo para los partidos sino para el país. En un mundo como el actual, plagado de grandes crisis en las aéreas: ecológicos, económicas, sociales y geopolíticas, es indispensable contar con nuevos líderes con gran personalidad y valor, para integrar a nuestra sociedad, a fin de conseguir la ansiada unidad dentro de la diversidad y así afrontar con mejores armas de acción estos graves y otros problemas, que nos acosan cotidianamente. Solo así tendríamos la deseada renovación de los cuadros políticos, que estarían conformadas por elementos que practiquen la democracia interna y que estén comprometidos con sus ideales y con una gran vocación de servicio al país y a sus habitantes. Es decir se trata de hacer de la política una forma de docencia centrada en valores tales como la honradez, la honestidad, la solidaridad, la coherencia y la humildad. Se requiere además que los nuevos políticos, prediquen con el ejemplo y cumplan fielmente sus promesas. Actualmente en nuestra sociedad, no se cultivan los valores antes mencionados y se confunde mucho los medios con los fines. Por eso vivimos en una continua crisis moral y social que nos afecta directamente a todos. Esperamos que más pronto que tarde se de esta demanda de renovación en los cuadros de los partidos políticos.
Por Manuel J. Villanueva

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