sábado, 25 de abril de 2009

Nuestro planeta azul

Desde 1957, fecha en que se inicio la carrera espacial y con el ello el desarrollo vertiginoso de las telecomunicaciones y la electrónica, pudimos observar con nitidez, que nuestro planeta, tenía un color azul, a diferencia de rojo Marte, la brillantez de Venus y la blancura de nuestro satélite natural, la Luna. El color azul de nuestro planeta, se debe principalmente a la presencia de agua y oxigeno, que son los elementos vitales para albergar todo tipo de seres vivos conocidos. Pero este bello espectáculo que ofrece la tierra, desde la profundidad del cosmos, puede cambiar, por las múltiples agresiones que el ser humano causa a la única casa que tenemos para morar. Coincidentemente, en estos últimos 60 años, el vertiginoso desarrollo científico y tecnológica, ha sido mal usado por la ambición desmedida de los grandes grupos de poder, pensando solo en el lucro fácil y dejando de lado las implicancias negativas que este tipo de explotación trae consigo en contra de la sustentabilidad de todo el tejido ecológico que es único de nuestro planeta. A pesar de los continuos llamados de atención para impedir que el deterioro ambiental sea irreversible y acabe con toda forma de vida, la clase política y los grandes empresarios, todavía no toman debida nota de lo que significa su voracidad por conseguir los bienes que nos ofrece la tierra. Estamos actualmente enfrentando un cambio climático severo, que puede ser fatal para nuestras poblaciones. El deshielo de los nevados de nuestra patria, podría ocasionar la escasez de agua, no solo para la agricultura, sino para el consumo humano. Además la contaminación de las aguas de ríos y océanos, han mermado la capacidad de regeneración de estos ambientes y con ello, la desaparición de muchas especies animales y vegetales, que siempre han sido los alimentos de nuestros pueblos desde que el hombre habito estos lares. Por ejemplo, los mochicas, consumían mucho pescado, tales como la anchoveta, el bonito, el jurel y la liza. En estos tiempos estas especies están sobreexplotadas, pero más la anchoveta, cuya captura, sirve mayormente para producir harina y aceite, que se exportan y se usan como alimento de animales, que se crían en las granjas europeas. Es algo alucinante, ver que este proceso continua sin que alguien, con poder político, para este depredación. Si a esto agregamos el consumismo nuestro que copia modelos de Estados Unidos y Europa, la situación se torna insostenible. Por eso no solo se debe celebrar el día de la Tierra, como una simple efemérides, sino que debe servirnos para impulsar una verdadera transformación en nuestros hábitos de consumo, producción, control responsable de la natalidad y también para exigir a nuestros gobernantes, acciones reales que paren este potencial catástrofe, que nos afecta a todos.
Por Manuel J. Villanueva

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como tu lo haz dicho siempre con la verdad ante todo . Y esperemos que nuestro planeta no llegue a una fase irreversible.